lunes, 15 de junio de 2020

REINA PEPIADA

REINA PEPIADA


Heriberto Álvarez, creador de la Reina Pepiada, nos relata en una colorida crónica los orígenes de la popular arepa, hoy por hoy patrimonio gastronómico de los hogares venezolanos. Una historia cargada de nostalgía, recuerdos y mucho, mucho sabor. Grandes personajes desfilaron por los Hermanos Álvarez, la tostadita de la Gran Avenida: Billo, Sadel, Oscar Yanes, Aquiles Nazoa, Renny Ottolina y Susana Duijm, entre otros, fueron clientes de excepción. El más celebre, sin dudas, Luis Caballero Mejías. Lea y entérese el porquéCuéntame:

Efectivamente, la Reina Pepiada es la arepa más famosa del país. Su receta original dice que es una tostada rellena de pollo guisado y luego horneado, acompañado de lonjas de aguacate y granos de petit pois o gisantes. Actualmente, los establecimientos la rellenan con ensalada de gallina, mayonesa y aguacate.Pero cuál es su origen. ¿De dónde proviene su nombre? ¿Quiénes y quién fueron creadores e inspiración del famoso majar? Conozca la historia de la Reina Pepiada, del testimonio de uno de sus restauradores.Su creador fue Heriberto Álvarez, nativo de Las Araujas, una población del estado Trujillo. Y a los 83 años no deja esta crónica sobre la historia de la arepa:“La autoría de la Reina Pepiada no es sólo mía sino también de mis seis hermanos ya fallecidos y, por supuesto, de mi ingeniosa madre: María de los Santos Álvarez, que en paz descanse. Todo comenzó cuando mi papá murió, estando nosotros muy jóvenes. Mi mamá nos trasladó desde Trujillo para Caracas en un camión de estacas. Nos instalamos en la Esquina de Cola e’ Pato, en El Guarataro. Allí montamos un negocio de empanadas. Se hicieron tan famosas que la gente se venía desde El Paraíso, expresamente, a probarlas.‘Como nos fue tan bien pudimos abrir otro local de Maderero a Bucare, cerca de la Plaza Miranda. Mis hermanos y yo le pusimos El Chance. Fue allí donde vendimos las primeras tostadas. Nuestro primer cliente se acercó a las 8:30 de la mañana, en octubre del año 1949.Nos preguntó: ‘Muchachos, ¿qué es eso de tostadas?’. Le explicamos que así se le decía a la arepa rellenita en Trujillo. Pidió una de queso de mano y se la devoró gustosamente. En ese momento se llamaba Alfredo Sánchez, vivía a una cuadra del negocio y era un aficionado al canto. Después se convirtió en Alfredo Sadel. Imagínese qué suerte nos dio ese señor de ser el primero que se comiera una de nuestras arepas’.El origen del nombre‘Con el tiempo fuimos creciendo y, en el año 55, abrimos Los Hermanos Álvarez en La Gran Avenida , la que comunica Plaza Venezuela con Sabana Grande. Estábamos en un punto estratégico, porque teníamos al lado la hermosa floristería de las hermanas Belloso y un negocio muy visitado que se llamaba Todo París.‘Nuestros clientes fijos eran Aquiles Nazoa, Oscar Yanes, Billo Frómeta y Abelardo Raidi, entre otros. Ese mismo año, la señorita Susana Duijm ganó el Miss Mundo. Para rendirle homenaje, vestimos dereina a una de nuestras sobrinas, que tenía apenas 12 años. La sentamos como en un altarcito para que la gente la viera en el establecimiento. Entonces pasó un señor y nos preguntó por qué teníamos a esa niña allí. Le explicamos que era un homenaje a la nueva soberana de la belleza. Nos dijo: ‘¡Pero si yo soy el papá de Susana! Se las voy a traer para acá’. Y así fue.‘Un viernes, como a las 10:00 de la noche, se apareció la señorita Susana con su papá. Yo le di una tostada en sus manos y le dije: ‘Mire, esta tostadita se la preparó mi mamá especialmente y se va a llamar La Reina, así como lo es usted’. Ella me dijo: ‘Muchas gracias, mijo’, y se la comió con un juguito. Y como en esa época, a las mujeres de buenas curvas, así como Susana, se les llamaba ‘pepiadas’, le pusimos ese apellido a la arepa.‘Mantuvimos el negocio hasta el año 68. Otro que nos promocionó incondicionalmente fue Renny Ottolina. ¡Cómo se portó ese señor con nosotros!’.Sobre la preparación original‘Se amasaba muy bien la mezcla y se le incorporaba una cucharadita de mantequilla. En aquella época se conseguía la marca Alfa , que era muy buena y salía barata. Así, la masa adquiría una textura más flexible y perdurable. Una vez que se les daba forma, las arepas iban al budare por cinco minutos, luego al fogón hasta que se les levantaba la conchita, lo cual indicaba que estaban listas.‘El relleno, originalmente, es un pollo macerado: mi mamá primero lo sancochaba y le ponía bastante aliño y lo dejaba hasta el día siguiente en la nevera. Después lo horneaba y posteriormente era que le sacaba las lonjitas para rellenar la arepa. Una ocurrencia de ella fue ponerle aguacate. Y como en el negocio teníamos petit pois, porque a la gente le encantaba, entonces los añadimos a la arepa’.Alrededor del reinado‘Después de La Reina vino otra arepa que también se hizo famosa. Era La Multisápida. La llamamos así porque Rómulo Betancourt hablaba, en los cincuenta, del surgimiento de una política multisápida. Queríamos hacer alusión a algo que estaba sobre el tapete. La nuestra tenía un poquito de queso, otro poquito de chicharrón, otro de pollo…‘Bien bonita, eso sí. No menos famosa fue La Prohibitiva. Era una tostada rellena de caviar, un invento de uno de mis hermanos como estrategia de ventas. La Reina costaba un bolívar y la gente se quejaba de que era muy cara, ya que las demás no pasaban de real y medio o real y cuartillo.‘Entonces pusimos La Prohibitiva a 27 bolívares para que La Reina luciera mucho más barata. Pero el venezolano siempre ha sido muy pantallero. Nunca faltaba alguno que llegara y dijera a todo gañote: ‘¡Álvarez, dame una prohibitiva!’, y en secreto te susurraba: ‘de queso de mano’. Todo era para aparentar que podían pagar una cosa que nunca se vendió. Otro de nuestros productos principales lo llamamos ‘Sistema Nervioso’. No era más que el mondongo. Le pusimos así por un borrachito maracucho que siempre nos visitaba y pedía: ‘Dame un nervioso’. Según él, era lo único que le quitaba el malestar.‘Pero el cliente, quizás, más importante que tuvimos fue el señor Luis Caballero Mejías. Una noche se presentó con una bolsita de harina y nos dijo: ‘Muchachos yo preparé esta mezcla a ver si las arepas me quedan igual a las de ustedes’. Nos pidió que la probáramos y nos explicó que eran dos kilos de maíz, primero sancochados, luego molidos y posteriormente secados. Nos fue muy bien con esa mezcla. Y cómo no, si lo que nos estaba dando era la fórmula de la harina Pan. Un día se presentó un señor llamado Lorenzo Mendoza y le compró la receta. Lo demás es historia”.

miércoles, 10 de junio de 2020

LA ESENCIA EN SANTO TOMÁS DE AQUINO

LA ESENCIA EN SANTO TOMÁS DE AQUINO

El manejo de la esencia, es vital para entender y aceptar la repetición cíclica. Sugiero leer sobre la belleza de Santo Tomás de Equino. En la belleza desarrollo que la esencia esta la que realmente debemos conocer. En la esencia esta inscrito todo, solo hay que conocer la esencia de todo. Todo es repetitivo, incluyendo lo eventos del planeta. Por ejemplo cuando se ve un perro aunque no haya ladrado sabemos, por conocimiento de la esencia, que ladra, que es anciano a los 15 años, que es adulador aunque lo golpes, que gruñirá si se siente en peligro, que aullará en momentos de nostalgia para él, que sufrirá en enfermedades veneras asintomáticas. En fin conocer la esencia es lo vital para comprender variados fenómenos.

Dr. Edgar B. Sánchez B. 

sábado, 6 de junio de 2020

ENTRE TACHIRENSES (NO FUE ESCRITO POR MÍ)

ENTRE TACHIRENSES
Prof. Guiomar Caminos “La Nación” el 21 de diciembre de 2001, título original “Carta a un amigo”.
Carta de un tachirense a un amigo que se fue a Canadá:
Querido Timoleón no te imaginás la alegría que me produjo la lectura de las líneas que me enviates.
Pensar que te fuites hace cuarenta años y nadie sabía pa’dónde te habías ido. ¡Hay que tener las chigüizas bien puestas pa’irse a vivir en el Canadá! ¿De leñador, ala? Con el hielo que hace por allá y decía tu tía Emerenciana que apenas te llevates una muda.
Total, me contenta que te haya ido bien y que ya logrates la jubilación. Que te casates con una gringa y que tenés dos muchachos que ya graduates. Les mostré la foto a los carajos del barrio y el tariolas del Lucidio no te reconoció. ‘Tas gordo y colorao, como debe ser. Muy bonita la doña, saludala de mi parte.
Me pedís que te cuente cómo está San Cristóbal, qué ha pasado con los contemporáneos, etc.
Son muchas las vainas que han pasado y esto ha cambiado tanto que no sé si la porra me dé.
De partida te prevengo que ya casi nadie garla como nosotros y menos escribir como lo hacemos. Vos que aprendites idiomas, sabés que las lenguas cambian y lo que ayer servía para decir una cosa, hoy ya no se usa. ¿Te acordás cuando íbamos al pozo de «Las Sardinas» y lo atravesabas consumido? Hoy, ni está el pozo ni nadie se consume.
Ya nadie sale espitao, volando ni mandao ante un peligro; los toros no se esgaritan; ya no se abanan los totes; ahora no te salen secas, loras, nacidos, lobanillos ni almorranas; las niguas y los chapetones se acabaron; los hombres ya no tenemos turmas, chigüizas o güevas; hoy las casas no tienen aposentos, zaguán ni pilastras; la gente no va al fondo a hacer aguas ni a cantar; los chinos no tienen nonos ni nonas; los micos desaparecieron de la dieta diaria, tampoco se consiguen gallinazos, pocas señoras cocinan mute o pira y son también pocos los que comen pajarilla, menudo o cosa’epan; ya no venden en la pesa ni guargüero ni bofe; no vuelan los chulos encima de los mortecinos; los niños no juegan runcho, coca, a las cuarenta matas ni a la candelita; no se consigue pan sobao, mojicones, mogollas ni colaciones; los dulces de leche cortada de las Cacique se fueron con ellas; la guardia prohibió la venta de cachimbo, puro o con eneldo o manzanilla; ya nadie va al mercado con mochila de fique, maruza, canasto o pollero; no se usan calzones, naguas y no existe ropa de entrecasa; desaparecieron los piscos y ya nadie te jode imitando sus graznidos cuando los pantalones te quedan cortos; se acabaron los sobrenombres; ya nadie apuntala en la tarde ni toma aguamiel; las muchachas no tienen batatas, cuadril ni cangrejera; el güitomí con chicle bomba no existe así como la bolera y la juña; hay poca gente que se siente frasca, imperiosa, repelente y, mucho menos, pinga o soca; ya casi no vienen centranos o reinosos; los pesados son especie en extinción; no usamos agualucema patico; desaparecieron los noveleros; nadie cae hoy bombiado si le jondean una pedrada; son pocos los que se sienten enguayabados o les da ecoyunto; ya no se escartuchan muchachas pues la cosa no es mogolla; ya no se dan arepazos ni pescozones; cuando llueve nadie se ensopa. Y si te atrevés a decirle ala a alguien, se calienta y te responde que él no es colombiano. Se olvidan dónde nacieron los nonos.
Cómo te habrás dado cuenta, querido Timo, si regresás algún día por el pueblo vas a tener que aprender a expresarte, de manera tal que la gente nueva te entienda. Como lo que se oye por la televisión y la radio es chicuca ventiada, te aconsejo que pongás algún canal venezolano de esos que salen en el cable. No es nostalgia, Timo; no es que yo esté alargando la cadena del ancla o encerrado en el mismo juguete, es que nos vamos quedando con tan pocas cositas. ¡Ah, qué cabeza la mía! Se me olvidaba decite que todavían quedan algunas palabritas de las de antes.
Para tu alegría, el toche sigue reinando en el Táchira. Y la cuca y la bizcocha.
Hay todavía imbombos y a pesar de la vergüenza que nos da cuando nos vamos a vivir en Caracas, por lo del hablao, la musiquita no nos abandona, particularmente esa «n» que nos sale de lo más profundo cuando decimos Ramón, mamón, Chacón y que nos delata como nacidos en esta olvidada tierra, que ahora se divide, por obra y gracia del muerganaje, en dignos y los que no lo son. Acordate también que en eso de diminutivos y aumentativos nadie nos gana, por ello algunas tienen bizcochononón y otros toches chiquititicos.
No pensés mal, pero ahora toches son los bobarrones, los tariolas, los imbombos, los pendejos. Una tochadita es un regalito que hacemos, eso sí, con cariño.
Las tochadas, las mismas que vos conocites antes de irte, al igual que las pingadas y las muerganadas. Venite tranquilo. Llegá a mi casa y traé la doña. Vas a encontrar a San Cristóbal muy cambiada; quizás no la reconozcás porque de tantas vainas que le han hecho la han vuelto fea.
Timoleón, yo no sé si vos conocés una vaina que dijo Fernando Pessoa, un poeta portugués, sobre su país: que valía más la gloriosa memoria que el futuro incierto. Estas líneas que te escribo me tienen frasco. Más todavía: mi nieta me dice nono y como en la propaganda de la tarjeta de crédito, eso no tiene precio. Recibí una abrazo extensivo a los tuyos.
Te recuerda y te espera, Guiomar Caminos.
El texto anterior del prof. Guiomar Caminos fue publicado en la edición aniversaria del diario “La Nación” el 21 de diciembre de 2001 bajo el título original de “Carta a un amigo”.
Lo rescatamos porque muchas de las expresiones y palabras que contiene, han desaparecido o están condenadas a hacerlo en breve, y porque la belleza del idioma español en todas sus expresiones debe ser divulgada.