sábado, 24 de junio de 2017

JARDÍN AGÓNITO

ARDÍN AGÓNICO

Mi jardín enluteció, acá frente a mí, encontró un cristofué su muerte, es posible que haya creído que fuese un buen lugar para hacerlo. A diario nos visitaba, le brindábamos presentes frutales, los recibía con beneplácito y los degustaba poco a poco, con marcada paciencia, bajo la atención de nuestras miradas, él lo sabía. No le gustaba que lo observáramos, lo decía con el nerviosismo de sus alas atentas. No permitía fotografías, que extraño, poseía tanta bellas en sus coloridas plumas y en su ágil y agraciada figura. Respetamos su privacidad.

Permanecía en los guanábanos, aguacates o limonarias todo el día, allí aplacaba su tristeza en nuestra compañía, le gustaba; solo exigía que no lo observáramos tanto, nunca le hicimos caso, no quería que nuestra mirada captara su tristeza.

Por las noches desaparecía, tendría algún pequeño lugar externo a su casa original, de la cual lo habrían botado, donde reposaba su insomnio sin el calor familiar que nublaba su razón, en ese lugar de tristezas envejecidas encontraba alguna limosna de dicha, algún recuerdo de amor, de familia, de desprendimiento, de altruismo.

ÉL se sabía complicado, conocía su arrogancia, también su amor por la familia. Cuando estaba lejos añoraba regresar a su casa y cuando estaba cerca de casa los recuerdos de incomprensión lo torturaban. Recordaba todos sus errores cometidos que lo lanzaban al otro día, así todos los días, a buscar olvido en lugares. Esa es la razón por la que venía a mi jardín.

Cuando un pájaro envejece no tiene cabida en los nichos en los que ayudó criar a su familia, ni en los nuevos construidos por su prole, los hijos y su esposa lo abandonan a su suerte.

Intentamos que nuestros árboles fuese su hogar y construyera en ellos su refugió, él no lo sintió así. Él sabía que, aunque lo amaramos, para nosotros era únicamente un adorno, lo sentía así por la forma en que lo mirábamos.

Sabía que mi jardín, también su jardín, que deseábamos que fuese su hogar, era sólo el lugar de alimentación. Creo, tenemos indicios indemostrables, que la noche anterior a su muerte fue desplazado a la fuerza de aquella que fuese su casa nocturna y en el agobio, sin lograr ver, la mayoría de los pájaros no ven de noche, se orientó por instinto al jardín que compartía con nosotros y los perros, estos últimos que, si tienen orientación nocturna, lo ataparon y le dieron muerte, las sombras ocultaron su identidad.

Al otro día cuando fuimos a llevarle alimento, debajo de la cacerola donde comía, le encontramos muerto, aún sin el rigor mortis, lágrimas de dolor póstumo vertió nuestras almas, conjeturamos que su tristeza acabó, pues los pájaros repudiados de su hogar sufren profunda desolación.

 

Dr. Edgar B. Sánchez B

UN PÁJARO ENAMORADO

UN PÁJARO ENAMORADO


Había una vez un pájaro multicolor que, en el espeso bosque de la montaña cercana a la vivienda de su familia ancestral, en un corpulento, alto y frondoso árbol, construyó su nido, largo, muy largo, casi pegaba con el suelo, lo hacía con plumas y pétalos de rosas: amarillas, azules y rojas, con la suave brisa de la mañana se balanceaba y sus destellos de bruñidos matices asombraban a su amada, quien lo espiaba desde hacía días mientras elaboraba su futura morada. Desde un recóndito lugar en lo más intrincado del bosque, la hermosa pajarita acicalaba sus plumas, extasiándose con las sensaciones intuitivas de lo que sería la fase de su futuro cortejo. El diseñador de nidos trinaba sin descanso sintiéndose observado y aceptado, por lo que, con ahínco y pasión, trasladaba al nido la sabiduría recibida de sus padres.
La hermosa pajarita, con su mirada furtiva posaba su atención en el pájaro multicolor y también en la potencial morada. Ya se notaba el anhelo en su pequeño pecho emplumado, y aquel macho enamorado inició la aproximación. El plumaje del feliz tomó coloridos intensos y expelía fragancias que la pajarita inspiraba con gran placer. Al fin llegó el momento, y con un baile muy intenso, henchido el pecho, canto sonoro que la distancia atravesó. Pequeños saltos, grandes avances para juntitos habitar su nidito! Danza de amor, danza de creación, la Naturaleza expresándose a si misma!!!
El pájaro constructor no sospechaba, aún no tenía experiencia, que el rastro de la efervescencia amorosa de la hembra seleccionada por su corazón había impregnado, con ayuda del viento, toda la comarca y adversarios con plumajes no maltratados por el esfuerzo cortejaban a su amada, con rituales de danza y poderío. A aletazo y pico tendido enfrentó, uno a uno, a los contrincantes y los venció. La pajarita ahora más orgullosa y confiada de la fortaleza de su adorado permitió y aceptó la invitación al tálamo hecho, en su mayor parte, con pétalos de rosa.
Alazado a su cuello la pajarita comprendió que su amado multicolor, con el propósito de defender su amor, había decidido mantener y proclamar su territorio, mejorando e intensificando la sonata y ratificando en su interior la creencia de que la mayoría de las especies de aves, son monógamas sociales; por lo tanto, él sólo tenía que hacer ese despliegue nupcial para hacerse más llamativo, con la inclusión de golpeteos y tamborileos con las alas y la cola para llamar la atención, más aún, de la cautivada pajarita que recíprocamente lo había cautivado.
Pasada toda la efervescencia de los preliminares, llegaron los huevos fecundados en la seguridad que brinda su nido homotermo y del vivir en pareja. Se turnaban en el cuidado por espacios perfectamente cíclicos, aunque, la pajarita le gustaba más que su cónyuge le trajera las delicias directamente a su pico, y él, orgulloso cazaba los insectos y recolectaba trozos de fruta para ella, la armonía del compromiso compartido era maravillosa. Ambos en la alegría compartida entonaban sus trinos con fuerza y sonoridad, convencidos que así lo ordenaba la deontología de la especie para que los neonatos aprendan por oído, porque en los pájaros también hay doce notas musicales en distintas octavas, y sucesión de acordes por aprender: fundamentales, dominantes, cuartas, distintas inversiones de un acorde, bemoles, sostenidos, novenas, sólo que ellos tienen las partituras escritas en los arcanos de la naturaleza y no en físico. Deben aprender de memoria y por sucesión ancestral de los mejores trinadores.
No sólo el bosque, la comarca entera estaba de fiesta, los cantores de distintas agrupaciones y por especies brindaban conciertos en variados géneros musicales; los recién nacidos disfrutaban de tan magno evento moral, no sólo cantos aprendían, también normas territoriales, diferentes diseños de nidos, como reconocer las flores por su color: de ésta puedo comer, de ésta no; de cuales insectos alimentarse sin exterminarlos, pues también aprendían que toda vida era importante y que el abuso traería pobreza y miseria. Lo que más le gustaba era aprender los signos de comunicación y no sabían cómo estaban en ellos cuando decidían ensayar su uso y traducirlos en símbolos.
Que desilusión, que desesperación, algo está violentado la armonía de la naturaleza, en el árbol están impresos olores extraños, olores ensordecedores, las manadas daban avisos de desesperanza, las melodías no eran las de siempre, son acordes que llaman a la alerta, escódense, ponte a salvo, proclaman a trinos. No lo haremos, decían los que tenían nidos, nuestra familia están en riesgo, proclaman las voces inoídas de todos los que ya tenían pequeñuelos, compartamos la defensa de nuestros territorios, rompamos temporalmente los acuerdos limítrofes, pues debemos defendernos de la amenaza bípeda e inalada.
En ese instante, acudiendo a la señal de peligro, volaban raudas por los aires, enmudecidos por los fuertes sonidos que daban los monstruos amarillos que destruían todo a su paso causando un ruido ensordecedor en toda la comarca, inmensas manadas de colibríes y azulejos, de ruiseñores y cristofués, de abejas obreras y libélulas, quienes habían advertido desde lejos el peligro que acechaba aquél nido de amor pero que también abarcaba a todo el tupido bosque, ese que no hacía algunos años atrás, había sido testigo del florecimiento amoroso de las manadas que hoy se sentían amenazadas por la gran tormenta causada por aquellos habitantes extraños. Al pie de los árboles se juntaban temerosos los insectos. En una de esas la pajarita divisó a su emplumado consorte y voló a sus alas para alazarlo y pedirle protección de esos peligrosos seres que estaban dentro de los monstruos amarillos que causaban estragos destruyendo todo a su paso, arrancando de un solo tajo árboles y piedras no se sabe por qué. Era el clímax de la destrucción y el fin del amor por su amado poeta alado. Sus crías quedarían desprotegidas y seguramente serán habitantes de esas extrañas cajuelas alambradas donde son confinados todos aquellos que osan salir del bosque en búsqueda del alimento que ya no se encuentra por allí.
―Es el humanismo― explicaba un pájaro letrado en asuntos del animal bípedo.
―es el antropocentrismo― rimbombaba prepotente para que pocos entendieran y los demás le admiraran.
―así es el poder― continuó― los monstruos amarillos son usados para ampliar su espacio, para invadir territorios, no vienen a compartir, ellos destruyen todo a su paso y la sana convivencia, eliminan la armonía creada por años de evolución; nosotros somos evolución, y este bosque lo heredamos de lo vivido, de lo ancestral, de la naturaleza creadorora, de la ética y moral de quienes nos enseñaron a cuidarlo― continuaba explicando, con voz engolada, para darle mayor importancia al discurso.
― Dicen que somos bellos― cambió el rumbo del discurso para atraer; y lo logró.
― Que les gusta nuestro canto; así lo predican― Las aves se interesaron en el arreglo revolucionario de este último giro.
― Pero no lo practican, no nos quieren cerca, es posible que tengamos que emigrar― Trinos de protesta retumbó en el bosque; pájaros y más pájaros llenaron los follajes de los árboles, también la terrestres hicieron presencia, y otras, como el colibrí, a más de ochenta movimientos en las alas, por cada segundo, oían la oratoria sin desplazarse.
No hay tiempo para discursos ni explicaciones, increpó incapaz de disimular su nerviosismo el sorprendido pájaro multicolor, mientras tomando una de sus crias se dispuso a transportarla a seguro resguardo. Aturdida y sin saber que hacer ante lo intespestivo de los acontecimientos, la pajarita imita la actitud de su protector, llevando consigo apresuradamente a otra de sus crias con la intención de ponerla a salvo.
¡Por fin lo he encontrado! Exclamó agoviado, mientras con cuidadoso esmero colocaba a su cria en un frondoso y sufientemente lejano arbol, que ofrecía una por lo menos temporal protección. Instantes despúes su otrora y elegante amada, se avistaba, casi irreconocible por su plumaje seriamente afectado por a las vicisitudes sufridas en tan apresurado trayecto, depositando de igual manera su cría en el improvisado resguardo. Sin tiempo para recuperar fuerzas y dándose animo mutuamente emprenden su regreso al amenazado nido, en donde, con la incomprensible fuerza que produce la incertidumbre de sentirse abandonadas a su suerte, no cesan de emitir escalofriantes sonidos las crías que aún desesperan por ser salvadas.
Al dìa siguiente, ya recuperados del trajìin y esfuerzo del dìa anterior, el pàjaro multicolor reflexionaba con su pajarita: hemos puesto a salvo nuestras crìas y nuestro nido, pero...y las demàs aves? como haràn ellas? No deberiamos ser tan individualistas pensando sòlo en nuestra seguridad. -Tienes razòn, comentò la pajarita, debemos pensar y actuar colectivamente. Què haremos?. El Pàjaro multicolor pensò un poco y le respondiò: Vayamos a consultar al sabio buho, el nos orientarà con su experiencia y sabidurìa.
LLegaron al àrbol del buho, quien los escuchò atentamente y con mucho tino les sugiriò realizar una asamblea con todas las aves para tomar decisiones entre todos y buscar aternativas de soluciòn para la problemàtica que estaban atravesando.El buho es estaciaba de su saber orsanizado y fecundo. Finalmente se dedicó a su actividad preferidad...la reflexión constante!

jueves, 15 de junio de 2017

TEMOR DE DIOS

TEMOR DE DIOS


Es común que las personas escriban TEMOR A DIOS, cuando pretenden referirse a TEMOR DE DIOS, (Dios siempre se escribe con mayúscula, cuando hay referencia al único). De los siete dones del espíritu santo: sabiduría, inteligencia, ciencia, consejo, fortaleza, piedad, temor de Dios.

En el blasón de la Universidad de Los Andes aparece sobre el libro la frase bíblica Initium sapientiae timor Domini "El principio de la sabiduría es el temor de Dios".

Esa presencia del otro, más bien del uno, que habita dentro de uno, dentro de nosotros, que no es de uno pero está en uno, en nuestra interioridad, que reclama cuando se hace algo incorrecto, que hace sentir deprimido cuando se comete acciones calificadas por la ancestral enseñanza social o familiar como malas,
Es el reclamo interior, el temor de Dios, gracias a ese hermoso don, siempre intentamos enmendar los desmanes cometidos, arrepentirnos y corregir en consecuencia.

Dr. Edgar B. Sánchez B.

martes, 13 de junio de 2017

EL MAESTRO Y LA RESPONSABILIDAD DE LA COMUNIDAD

EL MAESTRO Y LA RESPONSABILIDAD DE LA COMUNIDAD


Pienso que no se trata de enseñar historia, como el solo hecho de relatar y conmemorar eventos trascendentes del pasado, Si cada comunidad, con sencillos métodos elaborados por quienes se especializan hacen que sus niños y adolescentes escriban sobre los sucesos cotidianos siguiendo ciertas pautas y creando otras, se logrará que las nuevas generaciones tengan ese sentir cognitivo fundamental para interesarse, entender, escribir lo presente, la historia del futuro. Nosotros, tal vez, no fuimos formados para el sentir histórico y para develar el presente para que se recuerde como tal, sin embargo un poco de sentido común nos puede llevar a ser hacedores iniciantes del sentir por escribir la historia, transformarnos en escuela, no dejar a la escuela formal la responsabilidad de hacerlo y cuestionarla. Cada comunidad con un liderazgo adecuado puede lograr heredar la conmemoria escrita.

sábado, 3 de junio de 2017

DE LOS MUERTOS


DE LOS MUERTOS

Siempre me ha molestado los vivos: astutos e intonsos personajes que se aprovechan del trabajo de otros. No creía que los muertos fuesen vivos. Hay dos, que a pesar de haber cometidos los peores errores posibles, siguen siendo vivos y se aprovechan de la ingenuidad de sus acólitos. Si los vivos dejan que dos muertos acracios gobiernen no son vivos. No hay peor atrocidad que la manipulación astuta de la ingenuidad, más, si se incentiva acciones que conlleven al retraso y credulidad desmedida. Mario Briceño Iragorry indica: "la furia recóndita de animador de farsas" para acrecentar la siempre dañina superstición engañosa
Dr. Edgar B. Sánchez B.