lunes, 24 de abril de 2023

GUARDIANES AL ACECHO

 GUARDIANES AL ACECHO

San Jacinto es un pueblo, que pertenece a Trujillo, estado Trujillo, cuenta con una población aguerrida a sus costumbres y a  su historia. Los vecinos hablan con orgullo sobre Miranday (donde reposan los espíritus) que otrora fue un centro nocturno donde los músicos se daban cita, entre ellos Laudelino Mejías, autor de la mundialmente conocida pieza musical  “Conticinio” (el momento de mayor silencio en la noche). Posee: mercado municipal, una agropecuaria, casa de policía, prefectura, Iglesia, plaza central con estatua de Monseñor Carrillo, dos puentes vehiculares y peatonales para cruzar al otro lado del Rio Castán, Una bomba de gasolina, un ambulatorio, varios puntos de comida y lugar de encuentro de cantantes de karaoke, entre los que destaca “La tertulia de Alejor” con su pescado y pollo a la broster y las noches de los viernes y sábados en las cuales podemos escuchar interpretaciones de excelentes cantantes, que se dan cita en este karaoke incentivados por la atractiva personalidad de sus dueños anfitriones, también está el karaoke "la Morena", hay dos vías que conducen a páramos distintos: La Cristalina y Ortiz, una buen número de canapiales y una veintena de perros caseros que prefieren vivir en la calle.

Los perros se han apoderado de algunas de las calles, la defienden con tesón, ladridos y dientes; toda la jauría se agrupa en torno al líder a la menor señal de alarma. Son perros de mediano tamaño con peso máximo por cuanto están bien alimentados.

Antonio delgado es uno de los pocos que puede transitar la calle “del poder” sin temor a los aullidos de emergencia, toda la jauría se abalanza sobre él para mostrarle aceptación y cariño, sus colas son molinetes en su presencia. En esos momentos de encuentro especial entre Antonio y los canes, sugiero a todos sus amigos, no acercarse a saludarle, quienes lo han intentado son testigos que los ladridos cambian a una tonalidad agresiva y todos lo repiten al unísono.

La puerta de la casa de Antonio emite un sonido inaudible, para el humano, cuando se abre, sin embargo todos los que estemos en las cercanías, sobemos que el dueño saldrá a recibir las luces del alba; los perros perfilan su atención y sus cabezas las orientan hacia su casa.

Siempre veremos a Antonio Delgado, con pesadas bolsas contentivas de retazos de ganado vacuno, aviar y porcino; su casa huele a sabrosos sancochos cocidos a leña de naranjo y limón, con su olor los perros entran en letargo de plácemes, están seguros que se prepara el manjar para la nostra ora. Habrá suficiente para todos.

Antonio Delgado es un biofilo, con suficiente madures para no caer en el síndrome de bambi, su compasibidad y defensa se activa cuando escucha el gemido que emite algún perro al ser pateado por un transeúnte no deseado, Antonio va un paso más allá sin pasar el umbral, dice: todo ser vivo debe autodefenderse. Sin embargo su rostro se llena de angustia cuando escucha un síntoma de maltrato.  No acepta el falso lenguaje inclusivo de que los perros son familia y como consecuencia los hijos de estos ejemplares cuadrúpedos son nietos. Lo considera una horrenda abstracción facilista construida por una sociedad indolente que genera vocablos y situaciones proximistas con el fin de ocultarse y apoyar la indolencia.

Los Perros de San Jacinto, se han trasformado en guardianes de sus pobladores. Ahora más, pues los ambientes nocturnos han crecido, los que disfrutan de noches de farra, saben que la frontera sensible entre el disfrutar e el ir más allá, está, como guardianes al acecho, protegida por: Guadalupe, Marbella, Negro y La marica.

Todos sabemos que los perros son territoriales, Kaicer controla las cercanías de parque Román Valecillos, en la vía que conduce al páramo De Ortiz, dos compañeros de género le acompañan. Yo, particularmente, tuve que obsequiarles galletas, trozos de pan, arepas hechas en casa, para ganar algo de aceptación, ahora son mis amigos y salen a saludarme cada vez que frecuento el lugar. El territorio de Kaicer es distinto al de Guadalupe.

Es tal la afición cariñosa que tiene la comunidad con estos compañeros de vida que recuerdan los nombre de generaciones pasadas, entre ellos a: Coralmin de Ramón Terán, Fusil de Atilio Parilli, Nerón de Antonio Pacheco, Nei de José La Paz, Tigre de Pablo Barreto, quien esperaba a que Don Pablo abriera el portón del garaje para salir y morder a todo aquel que se acercara a la unidad de transporte; como olvidar al perro Lazo de Ricardo Núñez y Gasofia que se subía a todos los carros cuyo dueño le mostrara algo de cariño.

 Dr. Edgar B. Sánchez B. 

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