CARTAS PARA BRITTANY
Tracción a sangre
Hola Brittany, es importante, para mí por cuanto me produce un encanto fabuloso
escribirte, contarte los detalles de cómo se hacían los traslados de los
enfermos cuando yo era de tu edad. Estoy hablando de la década de 1960.
En las zonas aledañas de la finca San Isidro, donde nací y viví, no había,
en ese tiempo, vías para recorrer en vehículos con automotor. Toda carga pesada
se transportaba con tracción a sangre. Papá poseía varias mulas de carga y su
propia bestia de silla, la de mamá le llamábamos “la mula negra”.
La tracción a sangre no era sólo de bestias amansadas, así se les dice, para
que soporten en sus lomos la producción agrícola que había de colocarse en los
mercados pueblerinos. También los hombres y mujeres cargaban en sus hombros
grandes pesos, por lo general, organizados en polleros.
Cuando una persona se enfermaba y perdía fuerzas para caminar o cabalgar,
se llevaba a hombros de hombres corpulentos hacia los centros de salud
disponibles en los pueblos. Recuerdo, como si fuese hoy, el traslado de María
Pérez, la vecina de la finca del Cedro, la mamá del bobo Rosario, hacia el
hospital en el que murió al tercer día de su internado. Tiempo lluvioso en el
que parecía imposible que se mantuvieran en pie, los que la llevaban en hombros en un
improvisado camastro.
Preciso, apreciada bisnieta Brittany, que había una familia, los Chacones,
que en época de Aparicio, Maximiano, Jorge, Alejandro, con su padre José y
otros, que no recuerdo, se ofrecían como voluntarios para trasladar enfermos
desde campos alejados, por varios kilómetros de los poblados. Ellos eran un
alivio para los familiares. Creo, es posible que esté equivocado, que no se les
reconoció, como debe ser, las tantas veces que sus hombros salvaron vidas.
Con
cariño para ti Brittany, de su bisabuelo materno
Edgar B.
Sánchez B.
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