SOMBRA DE CAFÉ
(uno de los paradigma)
El aroma del café,
como habitante de sutil compañía, cohabita los hogares venezolanos, la de mayor
presencia es la del café bolón. Nos dejamos invadir por este preparativo de
alba y ocaso, que habita nuestras memorias y la de los ancestros que
construyeron recipientes para conservar inalterado su sabor, su frescura, su
olor. En antaño momentos la infusión se
preparaba a base de bramantes llamas de la mejor leña.
Se guardaba, muy denso en café y
sin azúcar, en envases de escroto de
toro en forma de globo, logrado por estiramiento antes del secado, de ahí el
origen de “bolón”, sin el producto de la caña para garantizar que las hormigas
no atacasen el envase. Este café tinto, que mancha las tazas, llamado bolón
sirve de base para preparar el de las visitas, vertiendo el bolón en una fuente
de agua hervida con azúcar.
Pudiéramos, los
que en verdad hemos vivido en ambientes de cultivo y cosecha, decir que el
arábigo desarrolla sus anhelados frutos por la convivencia de la “buena sombra”:
guamo, bucare, naranjos, aguacates, cambur que en mutualismo controlan: calidad
y cantidad de luz, evitan la evaporación y transpiración del agua, ofrecen
protección en momentos de inclemencia eólica, sus follajes envejecidos son
nutrientes del humus, son hogar de aves y mamíferos que defecan y abonan. Todo
lo anterior hace que el cafeto viva en el frescor de la simbiosis controlada.
Su convivencia mutualista
nos presenta, en el Bolón y luego en la
taza, ese aroma que invade nuestras casas con memorias compartidas de diálogos
que aún se escuchan del secuencial proceso de elaboración.
El café es parte
de nuestra familia.
¿Sabías
que el propóleo producido por las abejas es uno de los antibióticos naturales
más potentes?
¿Sabías
que el término “luna de miel” proviene del hecho de que los novios consumían
miel para la fertilidad.
Dr. Edgar B. Sánchez B.
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