lunes, 1 de enero de 2018

COMPARACIONES ALUCINANTES

COMPARACIONES ALUCINANTES
José Alberto Mujica Cordano, expresidente de Uruguay, es uno de esos personajes que admiro y respeto, también Kant. El primero por la sencillez con que expresa su profundo entendimiento de los conflictos sociales, un Tupamaro que no hizo del conflicto un medio para enriquecerse, más bien para entender y convivir la realidad del campesino y su entorno, dignificándose en el sembradío que rodea la casa sencilla y funcional, el segundo por su lenguaje arrogante y preciso, con tal magnitud de profundidad, que cada linea es un tratado necesario para entender la siguiente. No tiene palabras que sobren, todas son parte de la belleza. Tratando de evolucionar la metafísica a la mera racionalidad y al mero empirismo, logrando el método para entender la cosa en sí, sin el estudio y ensimismamiento de la cosa misma, sino en su esencia en cuanto cosa general, construyendo las bases para edificar la razón transcedental.
Mujica nos dice que todo aquello que se compra, no es tan importante la cantidad de dinero que se desembolsa para lograrlo, sino la suma de horas de trabajo que hubo que realizarse. Que hermosa reflexión, que palabras sencillas, capaces de indicar el sudor y las manos callosas para resolver lo cotidiano.
En Venezuela, no solo se cancela con dinero, no solo se paga con muchas horas de sudor por cada bien que se lleva a la familia. Se paga con estrés, con esperanzas de que no se agoten los productos antes de llegar; se paga con colas interminables, se cancela con vergüenza de que la cédula de identidad participe en un buzón de lotería acompañado de las respectivas plegarias de que cientos de personas no logren llevar alimento a su casa; se paga con la desilusión de que tu voto no cuenta, no hace falta, de todas formas no valdrá nada, como dijo Stalyn "no importa los votos emitidos sino el que los cuenta" se paga con insultos o ruegos para que te dejen comprar una bombona de gas, del que sobre, en una comunidad que organizó la entrega; se paga con odio y rechazo,como si fueras contrabandista de sus propias comunidades, aunque hayas trabajado en ella o por ella durante años, eres extranjero en su tierra, xenofobia extrema.
Se paga con adaptación. Ya no se protesta a los culpables de la barbarie. a los saqueadores de PDVSA, a los saqueadores del arco minero, a los que se trajeron las toneladas de oro de las reservas internacionales, a las gandolas de gasolina que cruzan libres las fronteras,no se protestan a los que persiguieron hasta disminuir las empresas productoras de pollo y huevos, no se protesta por la baja calidad de la educación, por los cortes del fluido eléctrico durante cuatro o más horas diarias, no se protestan a los que usan los canales de televisión y emisoras de radio para difamar con palabras obscenas y sobrenombres de mal gusto a la población indefensa.
Se protesta por un cupo en una inmensa cola para comprar algo y salir temprano para hacer otra.
EN EDICIÓN
Dr. Edgar B. Sánchez B.

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