lunes, 16 de junio de 2025

LA SERENATA

 

LA SERENATA

 

Dr. Edgar B. Sánchez B.

C.I. 4112507

Email: edgarsanchez@gmail.com

Teléfono 04247704308

 

Resumen

 Hablar de serenatas es describir uno de los procesos de la construcción cultural acaecida en el sentir profundo de los poblados y ciudades, saberes recordados comunicados en oralitura por la conciencia colectiva que las vivió y así garantizar este legado a las generaciones posteriores. En Trujillo, la cuidad de la paz venezolana, la serenata obtuvo su raigambre en aceras de barro cocido en las que los trovadores miraban las celosías donde las que damas de rostros rojos carmesí tiritaban de frio en noches de conticinio.

Los galanes de dichas serenatas, en sus ensayos de rigor, vestían de macfarlán pues, las damas liberadas de la vigilia paterna acudían a estimular el nacimiento de aquellas poéticas canciones que perfumaban con colores diversos, el silencio de la ciudad enclavada, cual pesebre, en la  cordillera andina.

Los cambios, siempre  al profano acecho, deambulan por doquier, alterando la pragmática de la evolución natural de aquellas personas y sus actividades, quienes abandonan su transitar cotidiano  para dejarse llevar por innovaciones del tiempo y ofertas externas. La ciudad, tras la movilidad de sus habitantes, se obliga a organizarse en instituciones de estado para conservar la tradición y preparar, con rigor escolástico, lo que otrora hacía el sentir popular.

Este artículo organiza el transitar de la serenata como majestuoso vestido que orla el amor y su vínculo social invaluable en la ciudad de Trujillo, Venezuela, desde el año 1984, en el cual se señalan algunas importantes agrupaciones musicales y trovadores del canto que han emergido dejando huellas indelebles en el sentir local y más allá. Es una invitación a transitar y cohabitar, desde lo histórico,   los elementos relevantes de sus proliferas etapas, para reconstruir en participación activa, los principales cimientos que tanto provecho han aportado a la ciudad y a su gente, llevándola a ser merecedora del gentilicio de ciudad musical.

También son referenciadas, algunas estrategias que facilitan la promoción simultanea  hacia lo hacia la esfera global interconectada, usando las herramientas de Inteligencia Artificial, junto a las facilidades de Internet  como mecanismo de comunicación asíncrona y síncrona, para lograr que la población acceda a la información sobre los eventos que se desarrollan en la ciudad y sus alrededores.

Preludio, el contacto

Por circunstancias de trabajo en enero de 1984 llegué a Trujillo capital, para encargarme de una de las cátedras disponibles en el área de matemáticas, en el Núcleo Universitario Rafael Rangel de la Universidad de los Andes. La universidad funcionaba, casi en su totalidad, en lo que hoy se denomina Casa Carmona: Doctor Antonio Luis Cárdenas. La sociedad trujillense, desde lo cultural y académico, se centraba primordialmente en esta casa, incluyendo el Museo Salvador Valero en el centro del poblado, el Ateneo, el Conservatorio Juvenil,  la biblioteca Pública y el centro de registros estudiantiles, entre otros. 

Conectarme con la idiosincrasia trujillense fue relativamente fácil,  sobretodo en el ámbito gastronómico: Las hallacas trujillanas de caraota, el mojito trujillano, las arepas de maíz pelado que acompañan las comidas en los restaurantes, el picante con: maguey, diablitos y marranitas, son algunas de las tantas delicias que Trujillo ofrece como saber del sabor, como identidad. 

Debo indicar gratamente que me sorprendió el hecho de observar que la mayoría de los conductores del servicio público fuesen profesionales egresados de alguna universidad, categoría indicadora de la aceptación de los estudios académicos por parte de la población. Situación que actualmente cambió radicalmente, producto  de la situación política y social interna existente en el país, la cual ha inducido masivas migraciones actuales.

Interludio I, formas de arte

El acceso al arte, en sus distintas formas de expresión, también ha sido centro de atracción cuando me aventuro en la doxa sobre asuntos de la plástica: El Museo Salvador Valero, ejemplifica con creces el sentir trujillense, con sus puertas siempre abiertas a la participación. Es un ámbito que interpreta los sentimientos arraigados desde lo innato, en la consciencia colectiva. Desde allí, la plástica ilumina y muestra orgullosa lienzos tallas y en esa arcilla que toma vida del creador, para eternizarse en horizontes de silueta, donde los sueños habitan, cual maná que nutre la mágica aventura de crecer integralmente, para abrazar con amor incondicional el horizonte que nos hace caminar.

Imperturbable y sobria, la madera transita en profundo meditación, observando los delicados encantos del Castán que, día a día, como próvidos transeúntes de lo onírico,  traen otros habitantes al Museo. Seguidamente, cuando llegan las nuevas joyas, las primeras, en eterna fraternidad, comparten sus vivencias que las han hecho merecedoras de frugales miradas llenas de infinitas búsquedas.  Es así, como un espíritu observador,  se granjea la lectura más  completa del lugar, donde el Salvador Valero y la magia de sus encantos liderizan el sentir interior de su pueblo natal.

Interludio II, formas de comunicación con lo divino

Entre otras de las artes trujillenses, la música tiene especial preponderancia, por doquier encontramos intérpretes o aprendices en este maravilloso universo de los sonidos, a la vez hacedores de aprendizajes, de cultura, de instrumentos descriptivos del sentir colectivo. Visitar una plaza es encontrarse con la música, otrora, en los frentes de las casas donde habitaban o se reunían féminas de rostros hermosos. La improvisación inspirada o  transpirada por los trovadores, fluía en alquimia permanente, si, literalmente, lo social religaba lo que ya estaba y lo que ha de estar en el cercano futuro. Todos esos momentos de transcendencia los lograríamos de nuevo, y para siempre, si rescatásemos aquellos  instantes luminosos de tisúes entre celosías.

Interludio III, de la caverna a la luz

Son, para beneplácito, abundante los prominentes que han roto las ataduras de la caverna y trasformado en luz lo que una vez fueron sombras proyectadas por alguna visionaria fogata de densa y brillante pluma: Laudelino Majía, La familia Vásquez, Alirio Díaz, Oscar Martínez, Esteban Rasquín, Ramón Augusto Barrios, José Antonio Carreño, Ramón Aranguren, Leopoldo Lugo, Lucciano Macaferry, entre otros, que con su epigenética social liberaron ataduras de  habitantes de gélidas sillas y mostraron lo que la superficie aporta a todos los que se atreven a avanzar por la expugnable y tenue línea divisoria entre el saber y el no saber.

La importancia del despertar de unos, para ser seguidos, radica en que las puertas se abren a un abanico de infinitas transcendencias, hacia una magnificencia tangible: algunos, los más dotados, direccionaron sus actividades para  emular, en la música está bien hacerlo y es lo buscado, a los que han logrado perfeccionarse en el hacer y en el trasmitir la sensibilidad. La reproducción de partituras o memorización de secuencias de acordes asociados a una tonalidad, son algunas herramientas valoradas para alcanzar el éxito, al menos en lo que a ejecución se refiere.

Trujillo ha sido consecuente, con este encadenamiento de aprendizajes persona a persona,  prueba de ello es la permanencia, en vivo, del acto musical en los escenarios de encuentro. Los organizadores de todo compartir de saberes, tienen a su disposición variedad para  elegir y esto es posible por cuanto es identidad cultural de la sociedad la valoración positiva, hacia los ejecutantes de la música en cualquiera de sus géneros, aunque el bolero es rey y señor, las demás, son coprotagonistas o deuteragónicas.

A propósito, como política de ciudad y territorio estadal, resalto la conveniencia de salir al aire, ahora llamada nubes, para popularizar las composiciones autóctonas; como las de: Freddy Aranguren, Saturnino Márquez, Luis Orlando Briceño, Alfonzo Rodríguez, Carlos Carreño, Jorge Pacheco,  Ezequiel Paredes, Glenda Cuevas, Alejandro Carrillo, Gonzalo Castellanos, Roger Marín,  que no terminan de hacerse parte de la luz, en las neblinas del cielo trujillano a pesar del esfuerzo de sus creadores. Entre otras, de las que se han permitido que el tiempo las consuma podemos citar las canciones para mandolina: El Pajarraco, El velorio, El Principio de una Historia con Todas las Cuerdas Del Alma, Aldemaro, Grecia, compuestas y arregladas por Thomas Torres para el adolescente de diez años Lamberto Torres.

El tiempo avanza y en el itinerario de la serenata, algunas se hicieron llamar, pasado el tiempo, conciertos. La serenata no sólo observa las manecillas del reloj, las imita, avanza con propósito, como eternos uroboros hacia puntos del horizonte en los que cree encontrar fortaleza. Aunque, perseguida por la ignorancia se retractó por algún tiempo, casi hasta desaparecer.

Interludio IV, la jerga de las canciones

Los serenateros, embelesados en adormecedor encanto por comunicar, admiraban los sutiles ecos de las ventanas donde alguna doncella dormía plácidamente, damas que  esperaban, no es aventurado señalarlo, que algunas voces interrumpieran el conticinio acompañadas por sonoras guitarras, saxos, violines y nuestro percutivo cuatro para sentir halago de su protagonismo. Ellas en mostración de complacencia,  activaban la lumbre de algún candelabro, como señal de aceptación y signo ineludible de estar escuchando con esplendidos suspiros el poemario contenido en las interpretaciones.

La dama aludida y vigilada, sabía con preciso y tímido encanto que  todo el esplendor era para ella. Terminada la serenata y apaciguada la aguda vigilancia,  tras la celosía, en alguna endija acordada, las manos femeninas encontraban el trozo de papel amuñecado donde el galán enamorado dejábale, con lo mejor de sus trazos, las furtivas palabras de amor eterno. El corazón palpita con fuerza y la dama, tras leer, disfruta el placer que la recorre.

Ellos vestidos con fervoroso macfarlán permanecen parados en las aceras de móviles ladrillos de barro cocido y algunas veces castigados por corriente de frondosas lluvias.

Guitarra y Saxo sonoros  se escuchaba en ese Trujillo de esplendor en el que las conticiniales  noches de descanso se hacían cómplices de futuras letras de canciones que caracterizaban a su gente en dulces y amorosas melodías.

Hoy día, abolida la férrea vigilancia, las damas de las décadas anteriores a los noventa, relatan con palabras sonrientes y ojos cómplices aquellos momentos en los que los galanes les mostraban lo mejor.  Ellas, las homenajeadas, son pilares fundamentales para el sostenimiento anímico del quehacer musical en la juventud actual, pues relatan a sus hijos sus historias vividas y los estimulan hacia el aprendizaje de algún instrumento, del frondoso abanico de posibilidades en las cuales la guitara es reina y señora acompañante, el resto del ensamble son el cortejo.

Interludio V, la trascendencia

La modalidad de la serenata ha transcendido, conservando la originaria belleza y con nuevos encantos que apoyan a los renovados. La noche, magnánima, cede al diurno proceder algunas de sus  pertenencias y le permite el uso de su denominación. Es decir, se ha mudado hacia el día conservando su originario nombre. Todos sabemos que el día no puede proporcionar: ni sereno, ni trasnocho, ni serenata, sin embargo, la acción de esta última se muda a fin de prevalecer glorificada en el sentir trujillense. 

Es menester mencionar como orgullo de exportación: Las serenatas a la chinita en la plaza Sucre, entre otros por la agrupación:  Los Corsarios;  las serenatas en la Terraza de radio Trujillo, las serenatas del Miranday, Las serenatas a la Virgen de la Paz y las serenatas aniversarias de la ciudad de Trujillo.. 

La Universidad de Los Andes, en su proyecto: La Voz y La Guitarra que luego se denominó; El Recital, con la dirección del Guitarrista Thomas Torres ha sido una de las proponentes de la serenata colectiva. Durante seis años de martes consecutivos, fue un espacio abierto en el que se daban cita como oyentes o ejecutantes la mayoría de los hacedores actuales de música y cultura de la ciudad capital del Estado Trujillo.  Podemos citar algunos de los proponentes: Noely Vásquez Gil, Juan Bautista Rosales, Conrado Daboín, Denny Guerra, Eduardo Zuleta, Roberto Carrillo, Marcos Vale, Lucelia Barrios, Yuraima Vale, Carla, Maholy Aranguren, Doraida Díaz, Jhosep Moreno, Carlos Peña, Richard Rodríguez, Elio Castellanos, Ramón Castillo, José Luis Covarrubias, Ezequiel Paredes,  Agrupación Acordes, Rondalla Trujillana, Proyecto Alma Llanera, Orquesta Típica Ramón Augusto Barrios, Agrupación Címbalo, Agrupación Cuerda y Clavija, por lo general los maestros de ceremonia: Edgar Sánchez  o  Carlos Peña.

Otra de las serenatas colectivas que ocupa lugares en el universo sonoro de esta ciudad, cobijada por virgen de la paz que la inspira e ilustrada dignamente en su monumento, es interpretada por la Coral Arturo Briceño, fundada por el profesor Freddy Aranguren en nombre de la asociación de profesores jubilados del Núcleo Universitario Rafael Rangel de la universidad de Los Andes con la magistral dirección musical del arreglista Thomas Torres. Desde su apoteósico inicio ha llenado con su presencia a cuatro voces diversos espacios de asistencia colectiva, singularmente las iglesias católicas en la capital y otras ciudades aledañas.

Interludio VI, a modo anecdotario

Es atractivo recordar el piano viajero, que montado en un camión visitó celosías con interpretaciones de: Jorge Carrillo interpretándolo, Nelson a la trompeta, Odoardo Torres (Lalo) y Perfecto Linares (Sonrisa) con sus melódicas voces.

La serenata que empezó desde la Plazuela y concluyó al otro día en San Lázaro en la casa de Peña.

Otra de las remembranzas que merece ser relatada, aunque ocurrió en pocas oportunidades, es aquella en la que una dama homenajeada, abre solicita su ventana, para alertar a los oferentes que su padre estaba furioso, indicándoles, por favor, que se retirasen, lo más pronto posible. En la mayoría de las veces, el retiro no se daba y hubo, casos en los cuales, en la tercera interpretación, los ejecutantes recibían un baño de bacinilla de peltre.

Se relata, sólo en oralituras locales, de dos músicos de alta gama que, cuatro en mano y con esplendidas sonrisas, dentaduras perfectas, de elegantes tratos y solícitos,  se reunían cerca de la Plaza Bolívar, al pie de la Alameda, para embriagarse de canciones interpretadas por ellos mismos. Acabada la remesa de lo espirituoso, hipotecaban el cordófono de cuatro cuerdas al dependiente del local de encuentro; luego con la elegancia de Sonrisa pedían prestado el instrumento para continuar la farra.

Numa Gómez que habitaba Santa Rosa, fue en su momento uno de los arpistas más acrisolados en el arte. Para él, con tracción humana, se transportaban los instrumentos, el arpa y contrabajo, para las serenatas en la calle arriba.

Es encantador recordar los encuentros en la casa de Doña Nelly de Garcés, “la casa del ritmo”, en la parte superior del Parque los Ilustres, en la cual, en  eterna serenata, nos reuníamos los músicos a degustar la exquisitez del intercambio en sus infinitas variantes. 

Interludio VII, el derrumbe

Es imperativo, en consulta con la almohada, tomar en consideración, que el declinar  de la serenata no sólo fue por influencia de cambios de época, los trovadores de la plaza del estadio, anteriores usuarios del Parque de los Ilustres, fueron testigo, en la década de los ochenta, que los organismos policiales sorprendían infraganti a fin de interrumpir. Esto indica que hubo comisiones policiales destinadas para actuar de inmediato y apagar la llama de las cálidas melodias. También hubo personas mediatas que informaban a la comisaría, en tiempo record,  algún evento que aún no lograba comenzar. Tal vez padres celosos o la envidia de no ser parte de los que recibirían el homenaje.

La referencia de padres celosos tiene asidero, para pensarlo así, si consideramos como indicadores, los relatos de las muchachas que recibieron regalos de canto y que sus progenitores no les permitían dar señales de aceptación. “No se les ocurra salir”, fue siempre la frase lapidaria  que opacaba la mostración de horas de acicalamiento musical. 

 Aquellos encantos singulares del Trujillo nocturno, cual especie en peligro, casi han completado su extinción.  El frio de los páramos: La cristalina, La Ciénega y Ortiz que bajaba en cumulus a escuchar, ya no descendía sobre la ciudad de hábitos modificados. El canto del raudo vocerío, a todo volumen, de elegantes vehículos invadió o intentó opacar la tradición y el encanto, destruyendo el ambiente que la naturaleza misma disfrutaba y recompensaba en plácemes.

Interludio VIII, la propuesta

En estados como Trujillo, donde el quehacer cultural es abundante y elaborado, es conveniente  diseñar mecanismos eficientes de comunicación. La radio viabiliza, desde la convicción personal de algunos comunicadores, que la producción artística local llegue a la mayoría de sus habitantes; las televisoras están ausentes, la prensa escrita, abolida en su totalidad, presta tímidos centimetrajes en pro de la divulgación de los eventos.

Todos los desorganizados esfuerzos de comunicación colectiva, no obedecen a un proyecto de información con fuerza de estado, ciudad o parroquia, de ahí que se diluyen en su transitar. Es impostergable construir dinámicas que permitan a los hacedores de cultura, comunicar sus aportes a la mayoría de su entorno, en los momentos precisos en los que se muestran hasta hacerlo parte del convivir, esencia de la población. 

Singularmente, la música es una de las mejores intérpretes del sentir de las comunidades, aprovechando la existencia de la Internet, su popularidad y bajo costo, le vendría muy bien, una plataforma de libre publicación, en la cual los músicos pudiesen subir a la red la publicidad de sus eventos por realizar y, así, desde la comunidad de un instrumento receptor, con una simple click, la población en general pueda enterarse de la agenda del ámbito musical. 

Para lo cual, se recomienda crear una plataforma que vincule los músicos y sus actividades, para lograr que a intérpretes como: Jorjelys Carrasquero, Luisa Dos Santos, Emma Carrillo, Alejandro Fajardo, Ronny Araujo, Lilian Gudiño, Fernando Carrillo, Edgar Reyes, Luis Briceño, Carlos Portillo, Marcos Vale,  no sólo se les escuche en el ámbito local, sino en todas las  latitudes, integradas gracias a la interconexión.

Post ludio, el viaje obligado

La migración forzada, según cuenta la historia, nunca ha sido provechosa para los individuos y para las comunidades que aportan emigrantes, sobre todo si los coordinadores de las polis, no  promueven facilidades de retorno y, por el contrario, incitan la diáspora.

Es digno señalar que nos hemos beneficiado de realidades oprobiosas de otras latitudes, músicos buscando en el lejano horizonte llegaron a la ciudad de Trujillo, se establecieron y compartieron saberes fundacionales, de lo que hoy somos.

Aún lo hacen, ejemplos representativos: Gabriela Popescu,  Dan Rumanisio, Florín Safner. Nos tocó vivir lo que otros padecieron, en tiempos y circunstancias anteriores. Trujillo ha perdido, por la diáspora, el aprovechamiento de variedad y cantidad de músicos con niveles óptimos para la formación de las nuevas generaciones.

Conocer otras realidades es positivo, si se hace sin la etiqueta de estar huyendo de una realidad que coarta las oportunidades.  Migrar para crecimiento, es  por demás fructífero y placentero, si en ello no está impresa la imposición que genera, convivir escenarios sin oportunidades.

Retornar y salir de nuevo es, por su puesto, una realidad deseable, al hacerlo con la frente en alto y sin etiquetas molestas.

No me atrevo a señalar, aunque hay muchos ejemplos de migración forzada. En esos casos, son ellos si lo desean, los indicados a escribir sus biografías e indicar si así lo sintieron.

Luego de la dispersión obligada, en diversos centros recreativos se reúnen las personas, en grupos etarios, para compartir expresiones del arte vocal e intentar ser parte del mundo de los que se atreven a mostrar su voz. Ejemplo de ello, los veinticinco intérpretes de canto que se agrupan  los viernes en la conocida tertulia de San Jacinto, Trujillo ciudad, en la que muestran con orgullo que  la tercera edad no trae impresa limitaciones.

Dr. Edgar B. Sánchez B.

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