LA SERENATA
Dr. Edgar B. Sánchez
B.
C.I. 4112507
Email: edgarsanchez@gmail.com
Teléfono 04247704308
Resumen
Hablar de serenatas es describir uno de los
procesos de la construcción cultural acaecida en el sentir profundo de los
poblados y ciudades, saberes recordados comunicados en oralitura por la
conciencia colectiva que las vivió y así garantizar este legado a las
generaciones posteriores. En Trujillo, la cuidad de la paz venezolana, la
serenata obtuvo su raigambre en aceras de barro cocido en las que los
trovadores miraban las celosías donde las que damas de rostros rojos carmesí
tiritaban de frio en noches de conticinio.
Los
galanes de dichas serenatas, en sus ensayos de rigor, vestían de macfarlán
pues, las damas liberadas de la vigilia paterna acudían a estimular el
nacimiento de aquellas poéticas canciones que perfumaban con colores diversos,
el silencio de la ciudad enclavada, cual pesebre, en la cordillera andina.
Los
cambios, siempre al profano acecho,
deambulan por doquier, alterando la pragmática de la evolución natural de
aquellas personas y sus actividades, quienes abandonan su transitar
cotidiano para dejarse llevar por
innovaciones del tiempo y ofertas externas. La ciudad, tras la movilidad de sus
habitantes, se obliga a organizarse en instituciones de estado para conservar
la tradición y preparar, con rigor escolástico, lo que otrora hacía el sentir
popular.
Este
artículo organiza el transitar de la serenata como majestuoso vestido que orla
el amor y su vínculo social invaluable en la ciudad de Trujillo, Venezuela,
desde el año 1984, en el cual se señalan algunas importantes agrupaciones
musicales y trovadores del canto que han emergido dejando huellas indelebles en
el sentir local y más allá. Es una invitación a transitar y cohabitar, desde lo
histórico, los elementos relevantes de
sus proliferas etapas, para reconstruir en participación activa, los
principales cimientos que tanto provecho han aportado a la ciudad y a su gente,
llevándola a ser merecedora del gentilicio de ciudad musical.
También
son referenciadas, algunas estrategias que facilitan la promoción simultanea hacia lo hacia la esfera global interconectada,
usando las herramientas de Inteligencia Artificial, junto a las facilidades de
Internet como mecanismo de comunicación
asíncrona y síncrona, para lograr que la población acceda a la información
sobre los eventos que se desarrollan en la ciudad y sus alrededores.
Preludio,
el contacto
Por
circunstancias de trabajo en enero de 1984 llegué a Trujillo capital, para
encargarme de una de las cátedras disponibles en el área de matemáticas, en el
Núcleo Universitario Rafael Rangel de la Universidad de los Andes. La universidad
funcionaba, casi en su totalidad, en lo que hoy se denomina Casa Carmona:
Doctor Antonio Luis Cárdenas. La sociedad trujillense, desde lo cultural y
académico, se centraba primordialmente en esta casa, incluyendo el Museo
Salvador Valero en el centro del poblado, el Ateneo, el Conservatorio
Juvenil, la biblioteca Pública y el
centro de registros estudiantiles, entre otros.
Conectarme
con la idiosincrasia trujillense fue relativamente fácil, sobretodo en el ámbito gastronómico: Las
hallacas trujillanas de caraota, el mojito trujillano, las arepas de maíz
pelado que acompañan las comidas en los restaurantes, el picante con: maguey,
diablitos y marranitas, son algunas de las tantas delicias que Trujillo ofrece
como saber del sabor, como identidad.
Debo
indicar gratamente que me sorprendió el hecho de observar que la mayoría de los
conductores del servicio público fuesen profesionales egresados de alguna
universidad, categoría indicadora de la aceptación de los estudios académicos
por parte de la población. Situación que actualmente cambió radicalmente,
producto de la situación política y
social interna existente en el país, la cual ha inducido masivas migraciones
actuales.
Interludio
I, formas de arte
El
acceso al arte, en sus distintas formas de expresión, también ha sido centro de
atracción cuando me aventuro en la doxa sobre asuntos de la plástica: El Museo
Salvador Valero, ejemplifica con creces el sentir trujillense, con sus puertas
siempre abiertas a la participación. Es un ámbito que interpreta los
sentimientos arraigados desde lo innato, en la consciencia colectiva. Desde
allí, la plástica ilumina y muestra orgullosa lienzos tallas y en esa arcilla
que toma vida del creador, para eternizarse en horizontes de silueta, donde los
sueños habitan, cual maná que nutre la mágica aventura de crecer integralmente,
para abrazar con amor incondicional el horizonte que nos hace caminar.
Imperturbable
y sobria, la madera transita en profundo meditación, observando los delicados encantos
del Castán que, día a día, como próvidos transeúntes de lo onírico, traen otros habitantes al Museo.
Seguidamente, cuando llegan las nuevas joyas, las primeras, en eterna
fraternidad, comparten sus vivencias que las han hecho merecedoras de frugales
miradas llenas de infinitas búsquedas. Es
así, como un espíritu observador, se
granjea la lectura más completa del
lugar, donde el Salvador Valero y la magia de sus encantos liderizan el sentir interior
de su pueblo natal.
Interludio
II, formas de comunicación con lo divino
Entre
otras de las artes trujillenses, la música tiene especial preponderancia, por
doquier encontramos intérpretes o aprendices en este maravilloso universo de
los sonidos, a la vez hacedores de aprendizajes, de cultura, de instrumentos descriptivos
del sentir colectivo. Visitar una plaza es encontrarse con la música, otrora,
en los frentes de las casas donde habitaban o se reunían féminas de rostros
hermosos. La improvisación inspirada o
transpirada por los trovadores, fluía en alquimia permanente, si,
literalmente, lo social religaba lo que ya estaba y lo que ha de estar en el
cercano futuro. Todos esos momentos de transcendencia los lograríamos de nuevo,
y para siempre, si rescatásemos aquellos
instantes luminosos de tisúes entre celosías.
Interludio
III, de la caverna a la luz
Son,
para beneplácito, abundante los prominentes que han roto las ataduras de la
caverna y trasformado en luz lo que una vez fueron sombras proyectadas por
alguna visionaria fogata de densa y brillante pluma: Laudelino Majía, La
familia Vásquez, Alirio Díaz, Oscar Martínez, Esteban Rasquín, Ramón Augusto
Barrios, José Antonio Carreño, Ramón Aranguren, Leopoldo Lugo, Lucciano
Macaferry, entre otros, que con su epigenética social liberaron ataduras
de habitantes de gélidas sillas y
mostraron lo que la superficie aporta a todos los que se atreven a avanzar por
la expugnable y tenue línea divisoria entre el saber y el no saber.
La
importancia del despertar de unos, para ser seguidos, radica en que las puertas
se abren a un abanico de infinitas transcendencias, hacia una magnificencia
tangible: algunos, los más dotados, direccionaron sus actividades para emular, en la música está bien hacerlo y es
lo buscado, a los que han logrado perfeccionarse en el hacer y en el trasmitir
la sensibilidad. La reproducción de partituras o memorización de secuencias de
acordes asociados a una tonalidad, son algunas herramientas valoradas para
alcanzar el éxito, al menos en lo que a ejecución se refiere.
Trujillo
ha sido consecuente, con este encadenamiento de aprendizajes persona a
persona, prueba de ello es la
permanencia, en vivo, del acto musical en los escenarios de encuentro. Los
organizadores de todo compartir de saberes, tienen a su disposición variedad
para elegir y esto es posible por cuanto
es identidad cultural de la sociedad la valoración positiva, hacia los
ejecutantes de la música en cualquiera de sus géneros, aunque el bolero es rey
y señor, las demás, son coprotagonistas o deuteragónicas.
A
propósito, como política de ciudad y territorio estadal, resalto la
conveniencia de salir al aire, ahora llamada nubes, para popularizar las
composiciones autóctonas; como las de: Freddy Aranguren, Saturnino Márquez,
Luis Orlando Briceño, Alfonzo Rodríguez, Carlos Carreño, Jorge Pacheco, Ezequiel Paredes, Glenda Cuevas, Alejandro
Carrillo, Gonzalo Castellanos, Roger Marín, que no terminan de hacerse parte de la luz, en
las neblinas del cielo trujillano a pesar del esfuerzo de sus creadores. Entre
otras, de las que se han permitido que el tiempo las consuma podemos citar las
canciones para mandolina: El Pajarraco, El velorio, El Principio de una
Historia con Todas las Cuerdas Del Alma, Aldemaro, Grecia, compuestas y
arregladas por Thomas Torres para el adolescente de diez años Lamberto Torres.
El
tiempo avanza y en el itinerario de la serenata, algunas se hicieron llamar,
pasado el tiempo, conciertos. La serenata no sólo observa las manecillas del
reloj, las imita, avanza con propósito, como eternos uroboros hacia puntos del
horizonte en los que cree encontrar fortaleza. Aunque, perseguida por la
ignorancia se retractó por algún tiempo, casi hasta desaparecer.
Interludio
IV, la jerga de las canciones
Los
serenateros, embelesados en adormecedor encanto por comunicar, admiraban los
sutiles ecos de las ventanas donde alguna doncella dormía plácidamente, damas
que esperaban, no es aventurado
señalarlo, que algunas voces interrumpieran el conticinio acompañadas por
sonoras guitarras, saxos, violines y nuestro percutivo cuatro para sentir halago
de su protagonismo. Ellas en mostración de complacencia, activaban la lumbre de algún candelabro, como
señal de aceptación y signo ineludible de estar escuchando con esplendidos
suspiros el poemario contenido en las interpretaciones.
La
dama aludida y vigilada, sabía con preciso y tímido encanto que todo el esplendor era para ella. Terminada la
serenata y apaciguada la aguda vigilancia,
tras la celosía, en alguna endija acordada, las manos femeninas
encontraban el trozo de papel amuñecado donde el galán enamorado dejábale, con
lo mejor de sus trazos, las furtivas palabras de amor eterno. El corazón
palpita con fuerza y la dama, tras leer, disfruta el placer que la recorre.
Ellos
vestidos con fervoroso macfarlán permanecen parados en las aceras de móviles
ladrillos de barro cocido y algunas veces castigados por corriente de frondosas
lluvias.
Guitarra
y Saxo sonoros se escuchaba en ese
Trujillo de esplendor en el que las conticiniales noches de descanso se hacían cómplices de
futuras letras de canciones que caracterizaban a su gente en dulces y amorosas
melodías.
Hoy
día, abolida la férrea vigilancia, las damas de las décadas anteriores a los
noventa, relatan con palabras sonrientes y ojos cómplices aquellos momentos en
los que los galanes les mostraban lo mejor.
Ellas, las homenajeadas, son pilares fundamentales para el sostenimiento
anímico del quehacer musical en la juventud actual, pues relatan a sus hijos
sus historias vividas y los estimulan hacia el aprendizaje de algún instrumento,
del frondoso abanico de posibilidades en las cuales la guitara es reina y
señora acompañante, el resto del ensamble son el cortejo.
Interludio
V, la trascendencia
La
modalidad de la serenata ha transcendido, conservando la originaria belleza y
con nuevos encantos que apoyan a los renovados. La noche, magnánima, cede al
diurno proceder algunas de sus
pertenencias y le permite el uso de su denominación. Es decir, se ha
mudado hacia el día conservando su originario nombre. Todos sabemos que el día
no puede proporcionar: ni sereno, ni trasnocho, ni serenata, sin embargo, la
acción de esta última se muda a fin de prevalecer glorificada en el sentir
trujillense.
Es
menester mencionar como orgullo de exportación: Las serenatas a la chinita en
la plaza Sucre, entre otros por la agrupación: Los Corsarios; las serenatas en la Terraza de radio Trujillo,
las serenatas del Miranday, Las serenatas a la Virgen de la Paz y las serenatas
aniversarias de la ciudad de Trujillo..
La
Universidad de Los Andes, en su proyecto: La Voz y La Guitarra que luego se
denominó; El Recital, con la dirección del Guitarrista Thomas Torres ha sido
una de las proponentes de la serenata colectiva. Durante seis años de martes
consecutivos, fue un espacio abierto en el que se daban cita como oyentes o
ejecutantes la mayoría de los hacedores actuales de música y cultura de la
ciudad capital del Estado Trujillo.
Podemos citar algunos de los proponentes: Noely Vásquez Gil, Juan
Bautista Rosales, Conrado Daboín, Denny Guerra, Eduardo Zuleta, Roberto
Carrillo, Marcos Vale, Lucelia Barrios, Yuraima Vale, Carla, Maholy Aranguren,
Doraida Díaz, Jhosep Moreno, Carlos Peña, Richard Rodríguez, Elio Castellanos,
Ramón Castillo, José Luis Covarrubias, Ezequiel Paredes, Agrupación Acordes, Rondalla Trujillana,
Proyecto Alma Llanera, Orquesta Típica Ramón Augusto Barrios, Agrupación
Címbalo, Agrupación Cuerda y Clavija, por lo general los maestros de ceremonia:
Edgar Sánchez o Carlos Peña.
Otra
de las serenatas colectivas que ocupa lugares en el universo sonoro de esta
ciudad, cobijada por virgen de la paz que la inspira e ilustrada dignamente en
su monumento, es interpretada por la Coral Arturo Briceño, fundada por el
profesor Freddy Aranguren en nombre de la asociación de profesores jubilados
del Núcleo Universitario Rafael Rangel de la universidad de Los Andes con la
magistral dirección musical del arreglista Thomas Torres. Desde su apoteósico
inicio ha llenado con su presencia a cuatro voces diversos espacios de asistencia
colectiva, singularmente las iglesias católicas en la capital y otras ciudades
aledañas.
Interludio
VI, a modo anecdotario
Es
atractivo recordar el piano viajero, que montado en un camión visitó celosías
con interpretaciones de: Jorge Carrillo interpretándolo, Nelson a la trompeta, Odoardo
Torres (Lalo) y Perfecto Linares (Sonrisa) con sus melódicas voces.
La
serenata que empezó desde la Plazuela y concluyó al otro día en San Lázaro en
la casa de Peña.
Otra
de las remembranzas que merece ser relatada, aunque ocurrió en pocas
oportunidades, es aquella en la que una dama homenajeada, abre solicita su
ventana, para alertar a los oferentes que su padre estaba furioso, indicándoles,
por favor, que se retirasen, lo más pronto posible. En la mayoría de las veces,
el retiro no se daba y hubo, casos en los cuales, en la tercera interpretación,
los ejecutantes recibían un baño de bacinilla de peltre.
Se
relata, sólo en oralituras locales, de dos músicos de alta gama que, cuatro en
mano y con esplendidas sonrisas, dentaduras perfectas, de elegantes tratos y
solícitos, se reunían cerca de la Plaza
Bolívar, al pie de la Alameda, para embriagarse de canciones interpretadas por
ellos mismos. Acabada la remesa de lo espirituoso, hipotecaban el cordófono de
cuatro cuerdas al dependiente del local de encuentro; luego con la elegancia de
Sonrisa pedían prestado el instrumento para continuar la farra.
Numa
Gómez que habitaba Santa Rosa, fue en su momento uno de los arpistas más acrisolados
en el arte. Para él, con tracción humana, se transportaban los instrumentos, el
arpa y contrabajo, para las serenatas en la calle arriba.
Es
encantador recordar los encuentros en la casa de Doña Nelly de Garcés, “la casa
del ritmo”, en la parte superior del Parque los Ilustres, en la cual, en eterna serenata, nos reuníamos los músicos a
degustar la exquisitez del intercambio en sus infinitas variantes.
Interludio
VII, el derrumbe
Es
imperativo, en consulta con la almohada, tomar en consideración, que el
declinar de la serenata no sólo fue por
influencia de cambios de época, los trovadores de la plaza del estadio, anteriores
usuarios del Parque de los Ilustres, fueron testigo, en la década de los
ochenta, que los organismos policiales sorprendían infraganti a fin de
interrumpir. Esto indica que hubo comisiones policiales destinadas para actuar
de inmediato y apagar la llama de las cálidas melodias. También hubo personas
mediatas que informaban a la comisaría, en tiempo record, algún evento que aún no lograba comenzar. Tal
vez padres celosos o la envidia de no ser parte de los que recibirían el
homenaje.
La
referencia de padres celosos tiene asidero, para pensarlo así, si consideramos
como indicadores, los relatos de las muchachas que recibieron regalos de canto
y que sus progenitores no les permitían dar señales de aceptación. “No se les
ocurra salir”, fue siempre la frase lapidaria
que opacaba la mostración de horas de acicalamiento musical.
Aquellos encantos singulares del Trujillo
nocturno, cual especie en peligro, casi han completado su extinción. El frio de los páramos: La cristalina, La
Ciénega y Ortiz que bajaba en cumulus a escuchar, ya no descendía sobre la
ciudad de hábitos modificados. El canto del raudo vocerío, a todo volumen, de
elegantes vehículos invadió o intentó opacar la tradición y el encanto,
destruyendo el ambiente que la naturaleza misma disfrutaba y recompensaba en
plácemes.
Interludio
VIII, la propuesta
En estados
como Trujillo, donde el quehacer cultural es abundante y elaborado, es
conveniente diseñar mecanismos
eficientes de comunicación. La radio viabiliza, desde la convicción personal de
algunos comunicadores, que la producción artística local llegue a la mayoría de
sus habitantes; las televisoras están ausentes, la prensa escrita, abolida en
su totalidad, presta tímidos centimetrajes en pro de la divulgación de los
eventos.
Todos
los desorganizados esfuerzos de comunicación colectiva, no obedecen a un
proyecto de información con fuerza de estado, ciudad o parroquia, de ahí que se
diluyen en su transitar. Es impostergable construir dinámicas que permitan a
los hacedores de cultura, comunicar sus aportes a la mayoría de su entorno, en
los momentos precisos en los que se muestran hasta hacerlo parte del convivir,
esencia de la población.
Singularmente,
la música es una de las mejores intérpretes del sentir de las comunidades,
aprovechando la existencia de la Internet, su popularidad y bajo costo, le
vendría muy bien, una plataforma de libre publicación, en la cual los músicos
pudiesen subir a la red la publicidad de sus eventos por realizar y, así, desde
la comunidad de un instrumento receptor, con una simple click, la población en
general pueda enterarse de la agenda del ámbito musical.
Para
lo cual, se recomienda crear una plataforma que vincule los músicos y sus
actividades, para lograr que a intérpretes como: Jorjelys Carrasquero, Luisa
Dos Santos, Emma Carrillo, Alejandro Fajardo, Ronny Araujo, Lilian Gudiño,
Fernando Carrillo, Edgar Reyes, Luis Briceño, Carlos Portillo, Marcos Vale, no sólo se les escuche en el ámbito local,
sino en todas las latitudes, integradas gracias
a la interconexión.
Post
ludio, el viaje obligado
La
migración forzada, según cuenta la historia, nunca ha sido provechosa para los
individuos y para las comunidades que aportan emigrantes, sobre todo si los
coordinadores de las polis, no promueven
facilidades de retorno y, por el contrario, incitan la diáspora.
Es
digno señalar que nos hemos beneficiado de realidades oprobiosas de otras
latitudes, músicos buscando en el lejano horizonte llegaron a la ciudad de
Trujillo, se establecieron y compartieron saberes fundacionales, de lo que hoy
somos.
Aún
lo hacen, ejemplos representativos: Gabriela Popescu, Dan Rumanisio, Florín Safner. Nos tocó vivir
lo que otros padecieron, en tiempos y circunstancias anteriores. Trujillo ha
perdido, por la diáspora, el aprovechamiento de variedad y cantidad de músicos
con niveles óptimos para la formación de las nuevas generaciones.
Conocer
otras realidades es positivo, si se hace sin la etiqueta de estar huyendo de
una realidad que coarta las oportunidades.
Migrar para crecimiento, es por
demás fructífero y placentero, si en ello no está impresa la imposición que
genera, convivir escenarios sin oportunidades.
Retornar
y salir de nuevo es, por su puesto, una realidad deseable, al hacerlo con la frente
en alto y sin etiquetas molestas.
No
me atrevo a señalar, aunque hay muchos ejemplos de migración forzada. En esos
casos, son ellos si lo desean, los indicados a escribir sus biografías e
indicar si así lo sintieron.
Luego
de la dispersión obligada, en diversos centros recreativos se reúnen las
personas, en grupos etarios, para compartir expresiones del arte vocal e intentar
ser parte del mundo de los que se atreven a mostrar su voz. Ejemplo de ello,
los veinticinco intérpretes de canto que se agrupan los viernes en la conocida tertulia de San
Jacinto, Trujillo ciudad, en la que muestran con orgullo que la tercera edad no trae impresa limitaciones.
Dr. Edgar B. Sánchez B.
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