CARTA A BRITANY
la escuela a tan solo ocho kilómetros de la finca San Isidro
Queridísima BRITANY:
Es para un placer inmensamente grato, escribir para ti un
episodio importante para mí, por cuanto de ello dependió, sobre manera, que mi
adolescencia tuviera escuela: A mis 15 años de edad, podía decir, con orgullo,
que logré graduarme de sexto grado en la escuela primaria de la localidad de
Los Palmares, a tan sólo ocho kilómetros
de distancia de donde vivía con mis padres, en la finca San Isidro.
El recorrido lo hacíamos todos los días a pie, desde las 7
a.m. junto a mi hermano Antonio y mis hermanas: Lucrecia y Custodia. Luego,
claro está, de haber cumplido con las actividades de ordeño de quince vacas y
alimentado los cochinos y a las bestias
de carga.
Este evento, que relato para su saber, es el más sentido y
lo recuerdo con especial añoranza. Es
posible que pienses que tu abuelo no era suficientemente inteligente por
cuanto, en tu edad, un niño de 11 años ya ha superado la primaria y se perfila,
lleno de oportunidades, hacia la secundaria. Yo la culminé a los 15 años y los de
bachillerato a los 21 años de edad.
La vía vehicular aún estaba en construcción y el de recuas,
eran profundos cangilones que en épocas de lluvia, el agua corría con libertad,
por lo que. había que luchar para vencer su caudal y no dejarse vencer.
Para fortuna de nosotros, la escuela contaba desde antes de
1950 con comedor escolar en el que almorzábamos y nos daban a las 10 a.m. el vaso de leche que
el estado venezolano proporcionaba a sus jóvenes estudiantes.
De retorno a casa a eso de las 5 p.m. Antonio, su tío, y yo,
nos bañábamos en las cristalinas aguas de un río que ahora se llama El Cafetal,
otrora pozo azul.
Creo que mi niñez fue hermosa, en un campo donde la miel de
caña para para la panela se olía a distancia y el queso abundaba.
Te amo bisnieta, Tu abuelo que te quiere Edgar Bautista.