viernes, 13 de mayo de 2016


DESARROLLO O SUBDESARROLLO

¿Somos un país desarrollado? ¿en vías de desarrollo económico? o ¿subdesarrollado? 

Las etiquetas que se han construido para clasificar los países son la palabras: desarrollo, en vía de desarrollo o subdesarrollo, por su puesto quienes la proponen establecen, además, el  baremo, desde su perspectiva buscando que los beneficie,  con las cuales pretenden establecer la línea de acción a la que todos deben someterse, técnicamente alinearse. Para clarificar el tema, a continuación se escribe al respecto: Un país se le dice desarrollado si posee alto nivel de vida, alto desarrollo humano, elevado desarrollo industrial y fluido intercambio comercial, trabajo humano eficaz, manufacturación de calidad, distribución equitativa de bienes, bienestar material, tiempo de ocio, procrear en condiciones estables. Si nos atenemos a esta definición y la conjunción de sus parámetros, es claro que Venezuela no es un país desarrollado, esta negación no nos ubica necesariamente en las otras dos etiquetas. Estas no son la totalidad de los calificativos, se puede ampliar para clasificar otras visiones de bienestar y prosperidad. A menos, que estas, en su totalidad, sean el paradigma imperante, socializado globalmente y no existieran otras formas de definir desarrollo.
Muy pocos se atreven a definir, muy pocos piensan su realidad como modelos de bienestar. Aunque es un riesgo, por lo reduccionista del pensamiento, me atrevo proponer la siguiente definición: Se dice que un país es desarrollado si las formas de convivencia de su población humana está estrechamente relacionadas con la naturaleza en su totalidad y por ende respeta todo lo vivo en sus hábitats y no permite el crecimiento que destruya lo que dio origen a su existencia. Entre otros, los ríos, los árboles y las formas de contribución que la sociedad a establecido en su milenario transitar.
De acuerdo con esta propuesta, Venezuela tampoco es un país desarrollado, tal vez podemos calificarlo en vías de desarrollo, nunca subdesarrollado. Pues tenemos en nuestro haber comunidades autóctonas con hábitos de vida que le permite disfrutar de la naturaleza sin destruirla, un campesino no importa donde viva, comparte en equidad el trabajo para mantener adecuadas las vías de comunicación, los ductos de agua de consumo humano y riego, las semillas para la próxima cosecha; sin que centralismo alguno le ordene que hacer. La calidad de vida, no está basada: en salas de cine, en restaurantes lujosos, en vehículos cambiables todos los años, en sistemas de estudio ideologizados para cumplir demandas de la clase propietaria de la construcción y comercialización de bienes de consumo, de trajes desechables por imposición de la moda; más bien, la calidad de vida es un parámetro que debiera definir la oportunidad de tener un espacio donde estén cubiertas las necesidades básicas, como protección y alimento, con la sana convivencia en común acuerdo con lo que somos, donde exista, de acuerdo con el esfuerzo personal, la posibilidad de superar todas las necesidades en la medida que se sientan, incluyendo las que tienen que ver con el desarrollo del espíritu, con la búsqueda de la conexión con las divinidades que requiera la forma de visionar el mundo.
Vivir en sanidad, de acuerdo con los promotores del parámetro “país desarrollado”,  que obliga tener cuartos encerrados con instrumentos para el desahogo e eliminación de los desechos, en el cual se contamina en forma directa y consciente grandes cantidades de agua potable, y estos a su vez se dirigen a lagunas de oxidación, en Venezuela, a los ríos. Los desechos de las viviendas, sobre todo los químicos de limpieza son ingredientes con los cuales destruimos hábitats hídricos. En este indicador somos un país subdesarrollado. Ante el mundo tenemos el mal ejemplo del caudaloso río Guaire, ejemplo de desidia y destrucción de las colmenas humanas radicadas en aglomeraciones de destrucción y productoras de inconciencia y de desechos.
Indica Cristoff “Todos los países desarrollados llegan a estar situados donde están hoy en día porque algunos se aprovecharon de la explotación de los países subdesarrollados en las épocas de la colonización y del neoclasicismo. Los países desarrollados han llegado a ser tal cual como son hoy día por sus grandes hazañas dispuestas a ayudar a hacer un mundo donde se viva mejor, pero por eso mismo los países subdesarrollados son lo que son, porque dependen de los países desarrollados para que les faciliten el trabajo como ejemplo, pero no hacen nada para mejorar su estilo de vida” Nótese que se enfatiza, simultáneamente, en el mismo parágrafo, el aprovechamiento, expropiación de los recursos de los países colonizados y luego las “grandes hazañas para hacer que el mundo viva mejor”, por lo que podemos decir: expropiarlos, saquearlos, empobrecerlos para luego ayudarlos, llevar a los débiles a la suprema debilidad para que reducirlos a las necesidades básicas y así, embrutecidos por el hambre y la desesperación, agradezcan al expropiador-benefactor las dadivas que consideren para alejar la extremaunción, ningún oxímoron podrá superarlo. Para colmo, la (ob.cit) agrega, resalto, en el mismo parágrafo: “pero por eso mismo los países subdesarrollados son lo que son, porque dependen de los países desarrollados para que les faciliten el trabajo” se olvida, que la visión de desarrollo, es la que definen los que están en la cúspide del poder de la fuerza de sus países y del mundo y, está no es y no debe ser vinculante a los demás, en nosotros está el alinearse o no.
El estado, definido por Max Weber, citado por Hernández “como una unidad de carácter institucional que en el interior de un territorio monopoliza para sí el uso de la fuerza legal” es quien con sus recursos, y como intérpretes de la democracia, elegidos por el pueblo para que cumplan tales o cuales funciones, es quien, usando para ello, los estudiosos sobre distintas materias, que cohabitan en las distintas universidades de prestigio, es quien debe definir que entiende por desarrollo, y cuál es la línea maestra, el eje transversal, para calificarnos como tales y, desde ella, con el baremo adecuado, establecer que países pueden coadyuvar y compartir nuestro crecimiento y relaciones económicas.
Por su lado Álvarez expresa “definitivamente quedan muy pocas personas que piensen que es justo que siga conviviendo la infinita riqueza con la más miserable pobreza” no precisa que entiende por riqueza, ni por pobreza, deja que el lector establezca o busque, en distintas literaturas lo que hay al respecto, por lo que encierra su palabras, en lo oculto del discurso, es que define riqueza lo que para algunos es ostentación y como pobreza los que no han adquirido los bienes propuestos por los medios masivos de ventas al mayor. Y continua Álvarez “a pesar de que en algunas circunstancias nos podemos ver forzados a pensar que el logro material de una persona obedece a su exclusivo esfuerzo y que gran parte de la miseria de nuestros pueblos reside en la desidia de los pobres, creo que estos argumentos se caen por su propio peso cuando analizamos la rampante desigualdad de oportunidades que impera en las naciones más atrasadas del planeta” retorna en la impresión, ahora deja abierto la categoría “naciones atrasadas” que por ende, en el fondo del discurso, está la antípoda “naciones adelantadas” sencillamente estos autores no reflejan lo que podríamos llamar desarrollo, subdesarrollo o en vías de desarrollo. ¿O acaso deberíamos definir otras categorías?.
No somos desarrollados ni subdesarrollados, sencillamente somos identidad. Únicos. Las clases políticas alineadas y los creadores de etiquetas podrán intentar destruir la idiosincrasia, ella permanecerá por siempre y solo la interioridad social reflexiva y vivida podrá modificarla.


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