lunes, 21 de diciembre de 2020

GUABINAS ÚTILES E INÚTILES

 GUABINAS ÚTILES E INÚTILES

En Venezuela, se agrupa, con la categoría guabina, un sin fin de situaciones, entre otras: personas indecisas, actuaciones dudosas, decisiones de último momento. Sin embargo hay una parte sabrosa de la categoría: una variedad de peses de río con sabor exquisito de carne fina, sólo conocida por habitantes de riberas, que se atreven adentrarse, en las aguas turbias, con atarrayas de fabricación casera. Creo, me atrevo señalarlo, que no hay actividad más divertida que esta, salvo el acto de escribir.
En política hay guabinas, muy dañinas. Cuando se ausentan o mueren, no hay lamento alguno, más bien descanso. Estos personajes, no son resilientes, este vocablo es muy noble, dejémoslo para personas de bien, que buscan crecer en sabiduría y en el compartir altruista.
La guabina o guabinoso, mejor este último, por cuanto suena más despectivo y cónsono para referirnos a los camaliones de la política, con el perdón hacia el reptil, por este animal siento respeto, son seres acólitos, ahora llamados focas, que aplauden sin sentir pena alguna. En estos repugnantes personajes, parece, que la dinámica interior del ser “Temor de Dios” nunca ha existido.
Los guabinosos son seres que envilecen el acto de la política, para ellos es sólo un negocio para vivirse, sin merecerlo, las comodidades que brinda el poder mal interpretado y aplicado.
Cambia el gobierno, cambian de caparazón, son útiles para asuntos donde la perversidad extrema es requerida a fin de lograr objetivos obscuros y tóxicos para la mayoría.
Los guabinosos pueden, cual Vlad, el empalador, sonreír en un escenario donde empalados luchan por unos segundos más de vida. Hay guabinosos que contribuyen a empalar la economía de un país, a fin de lograr que la población empobrecida sienta la necesidad de lamerlos para que, con recursos espoliados de los salarios justos, le traigan a la puerta de la casa un poco de bienestar alimenticio y aplaudir la acción.
Esta opinión, aunque escrita hace tiempo, no encontraba momento propicio para darla a conocer a mis lectores, una evento propicio fue el diecinueve de diciembre, del dos mil veinte, creo que es un momento oportuno
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Dr. Edgar B. Sánchez B.

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