domingo, 1 de septiembre de 2024

LE ESTÁN MONTANDO CACHOS

 *Le están montando los cachos*

En la mitología griega Pasifae, hija de Helios, ninfa de Creta, fue entregada al rey Minos como esposa. Ella fue infiel a su marido con un toro blanco, una relación zoofílica de la que nació *el Minotauro.*
Los cuernos ya eran una metáfora de la infidelidad.
Los dioses griegos activaban la metamorfosis para parecerse a alguna fantasia femenina y así poseer a las ninfas. Seus se transformaba en todo blanco.
En la Edad Media,los señores feudales tenían derecho a acostarse con las esposas de sus vasallos en la noche de bodas. Cuando ejercían ese derecho se colgaba en la puerta de la casa del marido una cornamenta de ciervo".
Yo me inclino por una realidad objetiva, las familias tenían cabras en casa para surtirse de leche, los adolescentes les encanta llevarlas a pacer y con ellas tenían su primera experiencia.
Dr. Edgar Bautista Sánchez Briceño

DOMINGO TERTULIANO

 DOMINGO TERTULIANO

Hacer una sopa de res parece una actividad sencilla para un amo(a) de casa que se respete como tal, sin embargo lograr que los ingredientes sean equitativos para que el sabor y los aromas se conjuguen in simultaneo, no es, por lo general, arte de los mortales, es, debemos llamarlo así, una virtud exclusiva de los dioses, negada a los hombres.
Sonsaquemos, con prebendas, al mesopotámico Enki, al griego Epimeteo o a la serpiente del eden, para que lleven a cabo el robo del saber a favor de los humanos mortales. Sin embargo esos seres divinos, por el momento, nos permiten saborear.
Un dios y una diosa de la magia del sabor habitan en la TERTULIA DE ALEJOR.
Este domingo próximo pasado, luego de degustar tan exquisito manjar, varios de los comensales nos quedamos observando como entraban familias enteras a desfrutar el contenido de la olla hirviente.
Sólo nos mirábamos, sin comentario alguno, en el fondo sabíamos que en algún momento la TERTULIA DE ALEJOR mostraría lo que también hace de lo mejor. Se descolgó de la pared, solo para verla, una olvidada guitarra oculta en un estuche de cuero. La pregunta de que si tenía cuerdas fue contestada por observación directa, no le faltaba ninguna, en silencio cómplice, la alegría nos invadió, ante una posible velada de canto, quitarreo e historias de desventuras vividas. Historias que sólo son contadas cuando se está libando. Unas maracas llegaron como por arte de magia. Comenzaron los boleros.
Desde el otro lado de la calle, un hombre de rostro conocido, preguntaba por disponibilidad de sopa de res, los que estábamos a la espera de un segundo evento creíamos que se había terminado, sin embargo, los dueños del negocio, para sorpresa nuestra. anunció: “quedan dos raciones”, precisamente dos comensales recién llegaban. Para beneplácito eran dos cantantes de música bailable. Se armó la fiesta.
Se dio inicio al canto de boleros y baladas, dos guitarristas lucían acordes y arpegios al son de los registros de los cantantes, seguidamente se hizo el ritmo bailable y hubo cerbatanas para todos. Los administradores, dado el éxito de la venta de sapas de res y chicharrones de pescado, brindó algunas rondas.
“Dios los hace y el diablo los junta” Esta máxima se cumplió, Un guitarrista conocido de la ciudad de Trujillo llegó para completar la agenda de la excelencia, se escucharon boleros de antaño, aquellos que se bailaban en los albores del siglo pasado y que unieron corazones formadores de familias que, aún, proyectan el maravillo ritmo.
Dr. Edgar B. Sánchez B.

viernes, 9 de febrero de 2024

NOCHES DE ESTUDIO Y ORATORIA

 

NOCHES DE ESTUDIO Y ORATORIA

Parte I, ambientes de estudio.

En la ciudad de Trujillo, Venezuela, capital del Estado Trujillo. En una antigua edificación que ha funcionado como centro de formación para jóvenes, otrora sede del errante Colegio de Santa Ana, fundado en 1895, fecha en la que llegaron a la ciudad capital, las Hermanas de la Caridad de Santa Ana. Inaugurado el 1 de octubre de 1955. 

Numerosas habitaciones han sido configuradas como cubículos de estudio para los profesores del Núcleo Universitario  Rafael Rangel de la Universidad de Los Andes, que en su pleno apogeo, fueron habitadas, hasta horas de la madrugada de cada día por investigadores de distintas áreas del saber.

En tiempos en los que la universidad fue símbolo de cambio social, los ambientes de estudio se hacían  sentir por las luminarias que se encendían luego que los trabajadores de la vigilancia apagaban los bombillos de los pasillos. El murmullo de las conversaciones, diálogos para más precisión, en variadas y profundas temáticas se llenaban en los pasillos del laberíntico edificio de estudio.

Los profesores que se quedan llenan, con sus datos personales, un libro de registros que lleva el equipo de vigilancia. En él es obligatorio señalar: hora de entrada, ambiente que se ocupará, hora aproximada de salida, enseres personales y documento de corresponsabilidad en caso de tener algún invitado.

Este registro se usa para precisar las personas que aún ocupan algún espacio en la edificación y también para informar al jefe de vigilancia, que de seguro pasa a diversas horas, desde afuera, a realizar varios chequeos y así garantizar que los trabajadores no se duerman durante la jornada.

Uno a uno, en la medida que se entra o se sale del recinto, ahora universitario, son asentados en el libro de registro. Ese mecanismo de control funciona a la perfección. Como reloj suizo.

Por lo general, previamente, se estipula el tema a estudiar a fin de que los participantes lo preparen con anticipación y así lograr que el encuentro se lo más productivo posible.

Se ocupa uno de los espacios provistos por pizarras acrílicas, iluminación suficiente y con conexiones indispensables para las máquinas de preparar café.

Todos los que nos reunimos somos testigos que, no importa cuál espacio se ocupe, en el del lados siempre habrá alguna actividad. Todas las noches sentimos que en algunos momentos una extraña neblina ocupa el pasillo y el zumbido del viento impregna nuestra piel y los oídos.

Siempre se escucha al lado del ambiente en el que nosotros, los profesores, nos  reuníamos a estudiar matemáticas a otras personas, que no hemos conocido en los ambientes diurnos de las aulas de clase, y que estudian temas, del antiguo testamento, en voz alta, algunas veces acaloradas. Sus conversaciones son de convincente elocuencia, tal como si fuesen maestros de oratoria, en las que eventualmente realizan meditaciones con fines de descanso.

Mis amigos y yo, cuando caminamos el pasillo, por curiosidad, vemos que, los reunidos allí, siempre estaban en posición penitente y visten de negro intenso. Durante la noche entran o salen del recinto de reunión en forma individual. Pasan por nuestro lado sin levantar el rostro y con majestuosa elegancia al caminar.

La jornada de estudio con mis amigos las hacemos, por lo menos por un año, Los vecinos, eso notamos, por la habilidad de usar los pasillos, tendrán varios años en esa actividad.

Parte II, salida del recinto.

En 1986, cuando las computadoras comenzaron a ser parte de las herramientas de la Universidad Rafael Rangel, disminuimos las horas de encuentro y paulatinamente también la cantidad de interesados en los temas que desarrollábamos. La nueva herramienta capturo la atención.

Sin embargo, para algunos, reunirse les era una actividad necesaria, sin embargo una noche, que resultó ser la última, se alejaron del ambiente de reunión, uno a uno, todos mis consuetudinarios compañeros, aducían que sentían extraño temor sin origen alguno y frio interior que les enfriaba el corazón.  

Me quede solo, bueno eso creía.  Era perentorio para mí, dejar sentado en la libreta, las notas de posibles de publicación, resguardar las conclusiones a las que habíamos llegado y las deducciones que lo permitieron. Sabía que reconstruir resultados dialécticos, pasada la euforia, no es del todo fácil.

A eso de las 3 de la madrugada, consideré conveniente ir a casa para el merecido descanso, recuerdo con precisión, que era viernes, Recogí todos los enseres en mi bolso de cuero que acostumbro a usar. Al cerrar la puerta de la sala de estudio, el viento, con neblina intensa, torno a tener un zumbido que entristeció mi ser interior; extraña sensación de estar en un solitario mundo donde solo el lamento se podía sentir, mi cuerpo comenzó a temblar, se hizo tosco al caminar.  Un miedo injustificable invadió por completo toda mi consciencia.

Uno de los personajes del ambiente de al lado, totalmente vestido de negro, creo que el líder, sin levantar el rostro, ofreció acompañarme hasta la salida del edificio.

Agradecí sobre manera, con palabras que con dificultad salían de mis entumecidas cuerdas vocales. Expresé que no era necesario, mentí, le indique que prefería que continuara con sus interesantes conversaciones de tiempos antiguos. No es bueno que dejes a tantos dialogantes sin su presencia.

Insistió. Me hizo entender que era necesario que recorriera acompañado el ahora oscuros, largos y lúgubres pasillos del edificio. Me condujo, rumbo a la salida, por un laberinto de extrema oscuridad, desconocido para mí. Ahora que escribo, tengo la impresión que es una ruta de acceso a la parte lateral derecha de la capilla, hacia lo más montañoso y luego al estacionamiento. Vi la carrocería abandonada de un carro Fiat.  

Allí, en el estacionamiento, nos esperaba una dama que pareció estar encargada de la vigilancia, totalmente desconocida, hizo una reverencia como si mi acompañante fuese de rango mayor.

Solicité el libro para registrar mi salida y fui informado que no era necesario. Pretendí despedirme con el saludo de choque de manos acostumbrado; no fue aceptado, lo hizo saber con una reverencia de respeto.

Ya en la calle, dentro de mi vehículo particular, una corriente de aire en extremo  hizo que temblara hasta llegar a casa.

Dormí, aunque sin descanso. A las 8 a.m. del otro día, estaba de nuevo en esa, ahora llamada casa Carmona.

El vigilante asignado me interpeló, quería que explicara, por escrito, por donde había salido del recinto la noche anterior y por qué razón no había firmado el registro de salida.

Relaté lo sucedido y fui convocado a una reunión de emergencia con la directiva del recinto. Allí también estaban otros profesores que les había ocurrido lo mismo. Palidecían al escuchar mi relato.

Para evitar posible elucubraciones negativas, acordamos no usar las instalaciones después de las 12 horas de la noche.

Edgar B. Sánchez B.  (Truillo 09/02/2024)

martes, 21 de noviembre de 2023

CARTAS PARA BRITTANY: Tracción a sangre

 

CARTAS PARA BRITTANY

Tracción a sangre

Hola Brittany, es importante, para mí por cuanto me produce un encanto fabuloso escribirte, contarte los detalles de cómo se hacían los traslados de los enfermos cuando yo era de tu edad. Estoy hablando de la década de 1960.

En las zonas aledañas de la finca San Isidro, donde nací y viví, no había, en ese tiempo, vías para recorrer en vehículos con automotor. Toda carga pesada se transportaba con tracción a sangre. Papá poseía varias mulas de carga y su propia bestia de silla, la de mamá le llamábamos “la mula negra”.

La tracción a sangre no era sólo de bestias amansadas, así se les dice, para que soporten en sus lomos la producción agrícola que había de colocarse en los mercados pueblerinos. También los hombres y mujeres cargaban en sus hombros grandes pesos, por lo general, organizados en polleros.  

Cuando una persona se enfermaba y perdía fuerzas para caminar o cabalgar, se llevaba a hombros de hombres corpulentos hacia los centros de salud disponibles en los pueblos. Recuerdo, como si fuese hoy, el traslado de María Pérez, la vecina de la finca del Cedro, la mamá del bobo Rosario, hacia el hospital en el que murió al tercer día de su internado. Tiempo lluvioso en el que parecía imposible que se mantuvieran en pie,  los que la llevaban en hombros en un improvisado camastro.

Preciso, apreciada bisnieta Brittany, que había una familia, los Chacones, que en época de Aparicio, Maximiano, Jorge, Alejandro, con su padre José y otros, que no recuerdo, se ofrecían como voluntarios para trasladar enfermos desde campos alejados, por varios kilómetros de los poblados. Ellos eran un alivio para los familiares. Creo, es posible que esté equivocado, que no se les reconoció, como debe ser, las tantas veces que sus hombros salvaron vidas.

Con cariño para ti Brittany, de su bisabuelo materno

Edgar B. Sánchez B.

ABRAZOS

 ABRAZOS

 Me hipnotizan los abrazos

Abrazo cada vez que es permitido

El abrazo lo entiendo en su virginal totalidad

Hay abrazos como los tuyos de maravillas, de entorno y de luces

Por eso los doy, por eso los busco.

 

Un abrazo es un contacto sublime, corto y único

Llena vacíos de cada célula, de cada sinapsis

Sinapsis alterada, por ello son luces ilegibles

Cuanto quisiera saber leerlos en su  plenitud.

 

Hay abrazos de viernes bajo lluvias de cantos, aceptación y sonrisas

Hay abrazos infinitos que  dejan intactas las otras sombras (he recibido varios)

Abrazos que aún existirán hasta mi próximo retorno.

 

Hay abrazos sobrinos, que son irrepetibles, desde la sombra de un cerezo

Un asiento de hierro forjado en el inmenso patio,

Para recibir el sublime néctar de los abrazos.

 

Edgar B, Sánchez B.

 

domingo, 19 de noviembre de 2023

CARTA A BRITANY: La escuela a tan solo ocho kilómetros de la finca San Isidro

 

CARTA A BRITANY

la escuela a tan solo ocho kilómetros de la finca San Isidro

Queridísima BRITANY:

Es para un placer inmensamente grato, escribir para ti un episodio importante para mí, por cuanto de ello dependió, sobre manera, que mi adolescencia tuviera escuela: A mis 15 años de edad, podía decir, con orgullo, que logré graduarme de sexto grado en la escuela primaria de la localidad de Los Palmares, a  tan sólo ocho kilómetros de distancia de donde vivía con mis padres, en la finca San Isidro.

El recorrido lo hacíamos todos los días a pie, desde las 7 a.m. junto a mi hermano Antonio y mis hermanas: Lucrecia y Custodia. Luego, claro está, de haber cumplido con las actividades de ordeño de quince vacas y alimentado  los cochinos y a las bestias de carga.

Este evento, que relato para su saber, es el más sentido y lo recuerdo con especial añoranza.  Es posible que pienses que tu abuelo no era suficientemente inteligente por cuanto, en tu edad, un niño de 11 años ya ha superado la primaria y se perfila, lleno de oportunidades, hacia la secundaria.  Yo la culminé a los 15 años y los de bachillerato a los 21 años de edad.

La vía vehicular aún estaba en construcción y el de recuas, eran profundos cangilones que en épocas de lluvia, el agua corría con libertad, por lo que. había que luchar para vencer su caudal y no dejarse vencer.

Para fortuna de nosotros, la escuela contaba desde antes de 1950 con comedor escolar en el que almorzábamos  y nos daban a las 10 a.m. el vaso de leche que el estado venezolano proporcionaba a sus jóvenes estudiantes.

De retorno a casa a eso de las 5 p.m. Antonio, su tío, y yo, nos bañábamos en las cristalinas aguas de un río que ahora se llama El Cafetal, otrora pozo azul.

Creo que mi niñez fue hermosa, en un campo donde la miel de caña para para la panela se olía a distancia y el queso abundaba.

Te amo bisnieta, Tu abuelo que te quiere Edgar Bautista.

viernes, 25 de agosto de 2023

 EN APUROS

Para Edbausambri las noches han dejado de ser placenteras, terribles personajes lo visitan a diario, ya no es capaz de distinguir si está despierto o dormido. Aunque puede él a aprendido a filtrar la ficción, para saber si está en vigilia, la mayoría de los monstruos sobrepasan las barreras que ha construido, Morfeo, al rey de lo onírico, lo sorprende a cada momento.
Las creaciones deformes y de gran poder cruzan todas sus barreras y lo sorprenden: Un Chou Chou gigante, se nota que los han sobrepasado de alimento, con ojos rojizos y saltones lo asalta en los cruces de toda esquina, el canino no ha logrado hacerle heridas, sin embargo arrastra su anciano cuerpo por toda la calle hasta su guarida; Perros callejeros de menor tamaño, sólo por solidaridad canina, se confabulan y ladran en derredor de Edbausambri e intentan morderlo. Todos los días, cuando la consciencia lo acompaña, con el fin de ganar su cariño, aunque sea, les lleva migajas de pan y pellejos, la situación no cambia.
El canino suelta su presa, algo lo atemorizó, acto seguido otra ventana de la oscuridad se abre y aparece una pitón de varios metros de largo y de gran grosor, arrebata la presa al Chou Chou y conduce a la víctima por oscuros túneles hasta sentirse segura, allí, en forma de espiral, abraza mortalmente al indefenso cuerpo e intenta quebrantar sus huesos, no lo logra; gira su cabeza y comienza imbuir, ahora es arrastrado hacía el estómago del anfibio, mira con temor irreductible los venenosos dientes hipodérmicos que se apartan para dejar espacio a que la pase la presa, yo.
Edbausambri se despierta y descansa unos segundos, no quiere volver a quedarse dormido. Ahora duda si despertó realmente, cree que sólo logró salir de un sueño en el que se quedó dormido y soñó dentro de ese sueño, para caer en otros sueños también espeluznantes,
De la profundidad a la que fue llevado arrastrado por la pitón, luego, de ser, como presa, robado al can; sin saber cómo liberó, comenzó a arrastrarme hacia una luz que observaba en la lejanía, una oportunidad para salvarse. Esta vez, algo atroz se apoderó de él, sintió que estaba casi pegado al piso y sólo avanzaba pequeñas distancias, milímetros tal vez, el Chou Chou y la pitón competían por ser el primero en capturarlo de nuevo. Como pudo, reptando, logró llegar al hueco por donde entraba la luz del sol; acto seguido, cayó por un precipicio sin fondo, mientras caía lamentó no haber aprendido a volar.
En el fondo del precipicio, en el que pensó que no llegaría vivo, una mujer de rostro enmarañado y sangriento estaba con una comisión de la policía para capturarlo, acusado de abusar de su fuerza física contra una indefensa y honrada mujer. Dos años después pudo regresar a casa, después de cumplir la condena impuesta por la cárcel y sentir, por si fuera poco, un nuevo miedo, que consumiría sus pocos momentos de felicidad y sosiego: ser acusado nuevamente y llevado a la cárcel.
Edbausambri cuenta a sus amigos y psicólogo particular que la pesadilla se repite noche tras noche desde que, por dárselas de valiente, auxilió a una dama de hermoso cuerpo, de carácter intenso y dominante, que lo llamó por teléfono para que la rescatara de un cangrejo que se había apoderado de la sala de su casa y ella estaba refugiada sobre el mesón de la cocina. Temeroso como siempre fue de los cangrejos, temor obsesivo, incluso les temía aún servidos en la sopa, Se hizo el fuerte, capturó el cangrejo con un envase plástico y lo llevó al río. Desde ese momento, comenta, el cangrejo lo persigue cada vez que se duerme, incluso de día. Corre y corre desesperado hasta donde está el Chou Chou, la única ruta de escape.
Dr. Edgar B. Sánchez B.