DESARROLLO O SUBDESARROLLO
¿Somos un país desarrollado? ¿en vías de desarrollo
económico? o ¿subdesarrollado?
Las etiquetas que se han
construido para clasificar los países son la palabras: desarrollo, en vía de
desarrollo o subdesarrollo, por su puesto quienes la proponen establecen,
además, el baremo, desde su perspectiva buscando
que los beneficie, con las cuales pretenden
establecer la línea de acción a la que todos deben someterse, técnicamente alinearse.
Para clarificar el tema, a continuación se escribe al respecto: Un país se le
dice desarrollado si posee alto nivel de vida, alto desarrollo humano, elevado
desarrollo industrial y fluido intercambio comercial, trabajo humano eficaz,
manufacturación de calidad, distribución equitativa de bienes, bienestar
material, tiempo de ocio, procrear en condiciones estables. Si nos atenemos a
esta definición y la conjunción de sus parámetros, es claro que Venezuela no es
un país desarrollado, esta negación no nos ubica necesariamente en las otras
dos etiquetas. Estas no son la totalidad de los calificativos, se puede ampliar
para clasificar otras visiones de bienestar y prosperidad. A menos, que estas,
en su totalidad, sean el paradigma imperante, socializado globalmente y no
existieran otras formas de definir desarrollo.
Muy pocos se atreven a definir,
muy pocos piensan su realidad como modelos de bienestar. Aunque es un riesgo,
por lo reduccionista del pensamiento, me atrevo proponer la siguiente
definición: Se dice que un país es desarrollado si las formas de convivencia de
su población humana está estrechamente relacionadas con la naturaleza en su
totalidad y por ende respeta todo lo vivo en sus hábitats y no permite el
crecimiento que destruya lo que dio origen a su existencia. Entre otros, los
ríos, los árboles y las formas de contribución que la sociedad a establecido en
su milenario transitar.
De acuerdo con esta
propuesta, Venezuela tampoco es un país desarrollado, tal vez podemos
calificarlo en vías de desarrollo, nunca subdesarrollado. Pues tenemos en
nuestro haber comunidades autóctonas con hábitos de vida que le permite
disfrutar de la naturaleza sin destruirla, un campesino no importa donde viva,
comparte en equidad el trabajo para mantener adecuadas las vías de
comunicación, los ductos de agua de consumo humano y riego, las semillas para
la próxima cosecha; sin que centralismo alguno le ordene que hacer. La calidad
de vida, no está basada: en salas de cine, en restaurantes lujosos, en
vehículos cambiables todos los años, en sistemas de estudio ideologizados para
cumplir demandas de la clase propietaria de la construcción y comercialización
de bienes de consumo, de trajes desechables por imposición de la moda; más
bien, la calidad de vida es un parámetro que debiera definir la oportunidad de
tener un espacio donde estén cubiertas las necesidades básicas, como protección
y alimento, con la sana convivencia en común acuerdo con lo que somos, donde
exista, de acuerdo con el esfuerzo personal, la posibilidad de superar todas
las necesidades en la medida que se sientan, incluyendo las que tienen que ver
con el desarrollo del espíritu, con la búsqueda de la conexión con las
divinidades que requiera la forma de visionar el mundo.
Vivir en sanidad, de acuerdo
con los promotores del parámetro “país desarrollado”, que obliga tener cuartos encerrados con
instrumentos para el desahogo e eliminación de los desechos, en el cual se
contamina en forma directa y consciente grandes cantidades de agua potable, y
estos a su vez se dirigen a lagunas de oxidación, en Venezuela, a los ríos. Los
desechos de las viviendas, sobre todo los químicos de limpieza son ingredientes
con los cuales destruimos hábitats hídricos. En este indicador somos un país
subdesarrollado. Ante el mundo tenemos el mal ejemplo del caudaloso río Guaire,
ejemplo de desidia y destrucción de las colmenas humanas radicadas en
aglomeraciones de destrucción y productoras de inconciencia y de desechos.
Indica Cristoff “Todos los
países desarrollados llegan a estar situados donde están hoy en día porque
algunos se aprovecharon de la explotación de los países subdesarrollados en las
épocas de la colonización y del neoclasicismo. Los países desarrollados han
llegado a ser tal cual como son hoy día por sus grandes hazañas dispuestas a
ayudar a hacer un mundo donde se viva mejor, pero por eso mismo los países
subdesarrollados son lo que son, porque dependen de los países desarrollados
para que les faciliten el trabajo como ejemplo, pero no hacen nada para mejorar
su estilo de vida” Nótese que se enfatiza, simultáneamente, en el mismo
parágrafo, el aprovechamiento, expropiación de los recursos de los países colonizados
y luego las “grandes hazañas para hacer que el mundo viva mejor”, por lo que
podemos decir: expropiarlos, saquearlos, empobrecerlos para luego ayudarlos,
llevar a los débiles a la suprema debilidad para que reducirlos a las
necesidades básicas y así, embrutecidos por el hambre y la desesperación, agradezcan
al expropiador-benefactor las dadivas que consideren para alejar la extremaunción,
ningún oxímoron podrá superarlo. Para colmo, la (ob.cit) agrega, resalto, en el
mismo parágrafo: “pero por eso mismo los países subdesarrollados son lo que
son, porque dependen de los países desarrollados para que les faciliten el
trabajo” se olvida, que la visión de desarrollo, es la que definen los que
están en la cúspide del poder de la fuerza de sus países y del mundo y, está no
es y no debe ser vinculante a los demás, en nosotros está el alinearse o no.
El estado, definido por Max
Weber, citado por Hernández “como una unidad de carácter institucional que en
el interior de un territorio monopoliza para sí el uso de la fuerza legal” es
quien con sus recursos, y como intérpretes de la democracia, elegidos por el
pueblo para que cumplan tales o cuales funciones, es quien, usando para ello,
los estudiosos sobre distintas materias, que cohabitan en las distintas
universidades de prestigio, es quien debe definir que entiende por desarrollo,
y cuál es la línea maestra, el eje transversal, para calificarnos como tales y,
desde ella, con el baremo adecuado, establecer que países pueden coadyuvar y
compartir nuestro crecimiento y relaciones económicas.
Por su lado Álvarez expresa “definitivamente quedan muy pocas personas que piensen que
es justo que siga conviviendo la infinita riqueza con la más miserable pobreza”
no precisa que entiende por riqueza, ni por pobreza, deja que el lector
establezca o busque, en distintas literaturas lo que hay al respecto, por lo
que encierra su palabras, en lo oculto del discurso, es que define riqueza lo
que para algunos es ostentación y como pobreza los que no han adquirido los
bienes propuestos por los medios masivos de ventas al mayor. Y continua Álvarez
“a pesar de que en algunas circunstancias nos podemos ver forzados a pensar que
el logro material de una persona obedece a su exclusivo esfuerzo y que gran
parte de la miseria de nuestros pueblos reside en la desidia de los pobres,
creo que estos argumentos se caen por su propio peso cuando analizamos la
rampante desigualdad de oportunidades que impera en las naciones más atrasadas
del planeta” retorna en la impresión, ahora deja abierto la categoría “naciones
atrasadas” que por ende, en el fondo del discurso, está la antípoda “naciones
adelantadas” sencillamente estos autores no reflejan lo que podríamos llamar
desarrollo, subdesarrollo o en vías de desarrollo. ¿O acaso deberíamos definir
otras categorías?.
No somos desarrollados ni
subdesarrollados, sencillamente somos identidad. Únicos. Las clases políticas
alineadas y los creadores de etiquetas podrán intentar destruir la idiosincrasia,
ella permanecerá por siempre y solo la interioridad social reflexiva y vivida
podrá modificarla.