sábado, 2 de junio de 2018

UN DIA DE NOSTALGIA

UN DIA DE NOSTALGIA


No pasó nada nuevo, todo se sabía, no hay fiesta, solo el sinsabor de haber comparecido sin desearlo. Quienes lo hicieron sabían lo que ocurriría, incluyendo los 1.82 millones, ellos también sabían lo que pasaría y asistieron sabiendo. No hubo colas, no hubo electores, no hubo tantos votos, solo números.
Más de 16 millones de ausentes: sin votos, sin hijos a sus lados, sin sobrinos, sin nietos, solo les acompaña la angustia que genera no saber si podrán hacer el siguiente mercado.
Ahora hay familias que no quieren a sus familiares, son cual Petra Lázsló, la periodista húngara que saltó a la fama en septiembre de 2015 por sus golpes y zancadillas a los refugiados, zancadillas de los que odian a escondidas, con máscaras, no les importa que su cercanos consanguíneos tengan que irse a sufrir en otras tierras, con otras costumbres, también a crecer, pero desde la etiqueta de venir de un país pobre, extremadamente corrupto, no hay ningún artículo en la ley contra el odio que castigue eso.
Ellos, los que votaron, forzados o no, saben que también, más temprano que tarde tendrán que irse, a nadie le gusta vivir de limosna, sobre todo si te lo hacen sentir y te exigen, como si fuera su dinero y no el de todos, con el que los embozalan y los obligan a vender su consciencia y su país.
Ahora entiendo que no hay país pobre, los pobres son los no-ciudadanos que toman decisiones equivocadas en nombre de todos. Venden su patria.
Dr Edgar B. Sánchez B.

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