miércoles, 2 de marzo de 2022

LA VISITA Y EL PASTOR

 LA VISITA Y EL PASTOR

Uno de mis amigos, el que comparte mis momentos de angustia y los de alegría, escribe relatos, en formato autobiográfico, denominado “El Niño del Palmar”, los intituló así, por cuanto en ellos narra memorias de un niño que habitó la aldea del Palmar en el estado Táchira. Desde allí, estimulado por una de sus hermanas, que trabajó para una familia dueña de im panadería, comenzó el peregrinar que lo ha llevado a diversas partes del mundo, donde ocurrieron galimatías inextricables que ha ido relatando en el transitar de sus memorias y la inspiración de algunas noches de plenilunio.   

El niño del palmar está acompañado. Para nadie es un secreto que cualquier ambiente, donde la presencia femenina sea asidua, se llena de influjos positivos y todo florece, todo luce, ínsita la visita.  Basta una mujer, sin son varias, mejor, para que las casas se llenen de luz, de perfume, de visitantes, de flores que titilan cuando se besan. Eso está ocurriendo en la casa del “Niño del Palmar”.

Por alguna razón, el personaje tan querido por el mundo lector, “El Niño del Palmar” ha dejado de aparecer. Luego de profundas investigaciones y seguimiento, se logró descubrir que el autor de estos relatos de fábula, recibió la visita de las muchachas de su familia, las del segundo grado consanguíneo. Como es natural, la presencia de ellas, llenó todos los espacios de su autobiográfica memoria y está henchido de atenciones y de bromas que hacen reír. Ahora se luce, con cierto aire de arrogancia, por la grata compañía.

Descubrir la razón de la ausencia del Niño del Palmar en las páginas escritas, no fue tarea sencilla. Sin embargo, hay un hecho, antes fortuito, que a diario esta ocurriendo; un personaje ahora pasa por el frente de mi casa y grita mi nombre, con fuerza innecesaria, para que me apreste en atenderlo. Luego de reflexiones de rigor, me di cuenta que lo hace con la intensión de hacer sentir su presencia, quiere que las muchachas sepan que está en las cercanías, lo ha logrado, no pasa desapercibido. Por lo general, ataviado de ropajes nuevos y lujosos, se hace acompañar de un perro pastor alemán. En varias oportunidades he visto que el perro lo arrastra, dadas las diferencias corporales y de tamaño entre el humano y el ladradador: roncador, arrastrador, aullador. Él aguanta el chaparrón para no quedar mal, aunque su rostro se enrojece. Tiene todos los trucos que el Gabo de las plataneras resumió en el personaje de Macondo, Aureliano Buendía.

La vestimenta que usa el asiduo visitante de la reja de mi casa, está justificada, es notable la elegancia en el vestir de las hermanas del “Niño del Palmar”, una de ellas acostumbra variados atuendos que la hacen ver interesante: Bufanda al cuello, zapatillas combinadas con sus finos vestidos, peineta curvada para organizar su frondoso cabello, hablar anecdótico de su transitar por el mundo, sonreír refinado, caminar en zigzag tal cual las mises en los concursos de belleza, libro de lectura diaria. Es toda una dama de la belleza.

En consonancia, el amigo que cadena en mano es arrastrado por el “pastor alemán”, viste ropas que muestran su temple atlético, al menos eso intenta, es un desfile a diario de las formas de vestir de los jugadores de la NBA o FIFA. Las botas, siempre nuevas, muestran su solvencia económica.

Creo que el ritual de encantamiento ha sido productivo por cuanto a veces hace el recorrido en dos oportunidades el mismo día.

Las damas hermanas del Niño del Palmar están bajo vigilancia permanente de un hermano, no es fácil acercarse, ciento cincuenta kilogramos de músculos, garrote de dura vera en mano que luce marcado por signos tallados que indican que han sido varios los pretendientes ahuyentados. Originalmente el Pastor Alemán tenía la intensión de garantizar el acercamiento, sin embargo, es notable que el efecto del garrote y los arrastres del perro, han producido el ausentamiento.

Los relatos de encantamiento, se florecen de viajes por Inglaterra en el que el túnel desde Francia toma protagonismo, otras veces la travesía hacia el Perú por los fríos paisajes de Colombia y Ecuador y la experiencia de haber vendido café a la gente de vestimenta florida y hablar quechua.  Ella los escucha con atención, cuando el ladrador lo permite, hace énfasis en las madrugadas de trabajo frente a una máquina de coser. Él escucha impaciente por cuanto aún hay, para largo rato, historias que contar, sobre todo su experiencia como dirígete de la asociación Scauth de Venezuela.  

Ella, noble de temperamento y educada en el saber escuchar, espera y espera la oportunidad de contar también sus relatos de vida.

Dr. Edgar B. Sánchez B.

 

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