domingo, 5 de mayo de 2013


VITÚ

Vitú es un topónimo asignado a un lugar trujillano-venezolano hacia donde concurren en encuentro fraterno los árboles de hermosas frondas y las densa nubes, visitantes de atardeceres, que se hacen seguir de aire frio, incitador de angélicos pensamientos de amor cóncavo y convexo. Ruta obligada para visitar, desde Pampan: Santana, Bolivia, San Rafael, San Miguel, Boconó y Niquitao. A este lugar de encanto, acostumbran ir: Edgar, Luis y Marcos. Este trio Aprovechan los días de descanso para disfrutar del encantado lugar, acompañados de espirituosos líquidos extraídos de las pencas de las agaves, que acostumbran consumir acompañados de jugo de naranja; su punto de encuentro, es la casa de Jesús.

Un viernes, como cualquiera de tantos, en los que suelen visitar el lugar, cansados de la jornada de esfuerzo intelectual, pues Edgar y Luis, son ambos matemáticos trabajan en una universidad de la región, recibieron la hermosa sorpresa que Jesús estaba acompañado de una dama, madre de dos adolescentes que le acompañaban.

La dama poseía en su anatomía natural, las características que hacen imposibles desviar la visión hacia otro lugar que no sea el que permita disfrutar su rítmico caminar. Ella Impactó. En especial el firme y abultado derrier, su cabellera amarilla, ojos verdes: grandes y expresivos y labios carminados como brotes de rosas cuidadas por el más experto jardinero.

Empesó el ataque: Luis con sus acostumbrados arreglos de palabras que hacen reír en abundancia; impactó de desde el inicio, en especial a ella, que lo expresaba con amplias sonrisas que hacían que sus labios brotara el encanto incitador; Edgar declamaba poemas, madurados en tantos trajines, para endulzar, creía él, el oído de tan hermosa fémina. El tiempo no transcurría, se detuvo como por magia divina para dar espacio a los pretendientes para el desarrollo de sus estrategias de conquista. La dama demostraba, con algunas atenciones que disfrutaba el cortejo de los galanes. Los dos galanes habían llevado algunos presentes para consumir a los que Marcos no hizo ningún aporte económico.

Momento cumbre. Salió uno de sus hijos, el varón, con un crucigrama en mano, de esos que Luis ha llenado toda su vida y es experto. Me vino como anillo al dedo, pensó Luis, en el momento preciso, ahora deslumbraré con mi sabiduría al adolescente y a través de él, el corazón de la dama. Edgar se acongojó un poco, sin embargo se quedó en lugar dispuesto a dar la pelea. A cada pregunta del crucigrama, Luis contestaba con certeza y Edgar aprovechaba para descomponer etimológicamente las palabras, el pareo durante seis ejemplares, el tiempo total, dos horas; parejo para ambos pretendientes. La dama, en agradecimiento, preparó los presentes alimenticios que todos degustaron con delirio. Estaban dispuestos a continuar en la exhibición de sabiduría, el adolescente dio, por cansancio, terminada la sesión. Marcos no apareció por ningún lado, estaba oculto, en las sombras, de la jornada del saber, para Luis y Edgar, y disculpen la expresión coloquial, Marcos es tan áspero, sólo comparable con un sapo en un acuario.

Ella entretenida por la calidad del encuentro, organizó una habitación para que Edgar y Luis pasarar allí la noche. Nosotros anonadados por el angelical “perfume de mujer” manifestamos con gestualidad de conformidad; ésto nos permitiría continuar, el día siguiente, con el encantamiento. Además de la posibilidad de una noche entre perfumes expelidos por el cuerpo de ella y uno, sólo uno, y de nadie más. 

Comenzó la jornada musical, ella tocó el cencerro; Jesús, el bongó, Luis, el cuatro; el adolescente, la charrasca; Luis y Jesús alternaban con boleros de antaño, que ella degustaba, pues vivió con ellos, desde niña, con su padre músico percusionista de orquestas venezolanas. Luis con la mirada expresaba que sus cantos estaban dedicados a ella. Edgar sintió que se la agotaron los recursos, aunque para minimizar, lo avanzado por Luis, declamaba uno que otro poema que nadie oía. Marcos, ausente, no daba vestigios de vida. Se interpretaron canciones de: Roberto Carlos, Joan Manuel Serrat, Los pancho, Tres ases, Cheo Feliciano, José Feliciano, Edgar, en algún ínterin producto del cansancio, cantaba las de Simón Díaz: Caballo viejo, Aquel, Mercedes; aunque son letras referidas al amor y pasión, no calaba en la conciencia de ella.

Entró Marcos, y sin haber compartido nada, pidió que los músicos lo acompañaran en una declamación, de su originalidad. ¡que arreglo más feo! todo desarmonizado. y no, eso creía Luis y Edgar, estaba cónsono con la musicalidad que se estaba llevando a cabo, _ “en el calentamiento de esta cocina y el sancocho que se cuece en esa vasija, expreso amigo Jesús que estoy enamorado de su hija_, sorpresa, sorpresa, la dama le ofertó una abrazo de tal magnitud, que si hubiese sido para alguno de los cortejantes, su liquido dador de vida hubiese mojado los pantalones.

Luis se paró en el acto y, con disimulando, se despidió; alegando que ya era tarde y que sus hijos lo esperaban en Trujillo, Edgar, sin querer, acompañó a Luis en la decisión.

Ambos tomaron la carretera, pues estaban a una hora y media de viaje. Para colmo de males, el carro se accidentó y hubo que dormir en la carretera.

Edgar B. Sánchez B.

LA MUERTE DE MARÍA PÉREZ


LA MUERTE DE MARÍA PÉREZ

LA DEPRESIÓN

Colindando la finca del Cedro, por el camino que conduce a la casa de Gustavo Osorio, hijo de Herminia Osorio, está una depresión muy resbaladiza, la llamábamos el “Callejón del Cedro”. Lugar fecundo de cigarrones que sobrevolaban su hogar en manadas de zumbidos sonoros y amenazadores, surcaban el éter del siempre ignoto jardín paradisíaco. Hábitat de cientos de árboles que luchaban en eterna, impregnación de fototropismo para garantizar su existencia, azahares que crecen en axilas de hojas, garantías de intensas fragancias, envidia del perfume de Patrick Süskind, sin la esencia trece.

Dulces naranjas que sólo serán saboreadas por el picoteo de las aves trinadoras de calderones sin pausa y redondas alargadas por la felicidad eterna; heliconias aves del paraíso que muestran su belleza espigoza y dorada; orquídeas multivariadas de relaciones micorrizas de intensa actividad por lo que el sustento de su exuberante hermosura está garantizado por su mutualismo expreso; bromelias (guinchos) en particular la epifita clavel del aire cuyas brácteas regalan a la depresión encanto edénico; palmas que regionalmente denominamos lucateva de hojas anchas acanaladas usadas para construir impermeables techos de casas, materia prima para la fabrica de sestas portadoras de comida y recipientes para la recolección de cosechas; helechos, los trepadores jazmines de abrazo mutualista para acaparar la atención de las aves hacia el árbol que lucha por las alturas en búsqueda de royos de sol; protegidas por Hespérides escarlatas o negros que dialogaban con zumbidos fantasmagónicos de plena conciencia ecológica.

El agua fluía con libertad en los múltiples aventamientos, cristalina y potabilizada por filtros telúricos, escucharlos es caricia musical, de ellos recolectaba María Pérez la que llevaba a casa en ánforas de barro o de totumo. Nunca conoció las tuberías metálicas, sólo las de Guaduas. El jardín crecía salvaje, en sin igual vestido de belleza y luces florales. Envidia para cualquier floricultor de Invernaderos. Es imposible describir con exactitud y detalles como la naturaleza ha proporcionado al trópico de lugares cargados de tanta fauna y tanta flora.

EL CONUCO

Rondando el fecundo jardín, estaba el conuco propiedad de Arecio Alviarez, una pequeña parcela de tres hectáreas aproximadamente, dedicada a la agricultura en pequeña escala, con técnicas rudimentarias, para la producción de subsistencia, la cosecha, muy poca, se utilizaba para el consumo del núcleo familiar y la cuota parte que correspondía, según el acuerdo, al dueño de la tierra. Los cultivos rodeaban una vivienda de bahareque con techos de palma. Esta casa, llamémosla así, estaba habitada por la señora María Pérez, de setenta años de edad, y sus dos hijos de partos añosos: Carlos Pérez y Rosario Pérez, no hay el apellido del padre por haberse ausentado voluntariamente y desaparecido de la memoria familiar, salvo cuando vino a procrear a Carlos sobre un montículo de gramíneas yaraguá mientras, que de él comían sin descanso el ganado vacuno y caballar.


ROSARIO

María Pérez supo desde el éxtasis que había quedado preñada, se orientó del bamido de los toros y porque, acto seguido, montaron a sus féminas, que salieron en celo en ese preciso momento. Rosario, desde su nacimiento, marcó dependencia por presentar retraso cognitivo, tenía dificultades para comunicarse gestual y verbalmente, no brinda un sonrisa que anelaba la permanente mirada maternal, no señalaba los muñecos de trapo o carritos hechos con tuzas de maíz, no jugaba ni imitaba sonidos, siempre indiferente a la voz y roce de la madre. 

Adolescente ya, mostrabas que no había adquirido habilidades de comunicación, su mutismo innato solo era alterado cuando visitaba el Callejón del Cedro cuando acompañaba a su mamá a traer agua para la cocina, no aprendió las mínimas tareas del cuidado personal, sólo aprendió a llorar y esto era suficiente para su mamá, por cuanto ahora tenía un mecanismo de comunicación para cuando le doliera algo, no era realmente un llanto era más bien un aullido, un signo de desaprobó a su incapacidad, sin embargo para María Pérez su hijo se estaba esforzando por comunicarse y decir que entendía las cosas sencillas de la vida, sin sentir miedo por el porvenir. Tal vez por eso, como es natural, era su adoración. 

LA DEPENDENCIA

Las madres conducen su amor, neurológicamente están preparadas para ello, hacia los hijos menos exitosos, y Rosario acaparaba toda su atención; la acompañaba o hacía que estuviera a su lado todo el tiempo, por sobreprotección no permitía que Carlos, el mayor, lo llevara de paseo, a pesar que él nunca se sintió denostado por la condición específica de Rosario. Así que Rosario creció en la más extrema y salvaje dependencia. María Pérez todos los días le asaltaba las dudas respecto al futuro de Rosario, donde vivía rondaba la seguridad de la soledad, y así lo sentía, cuando por algunos momentos no lo tenía en su visión inmediata, aceptaba con certeza que estaba bien, aún así las primeras eran mayores que las segundas. A Carlos le correspondió por fuerza y por amor trabajar duro para poder alimentar a su anciana madre y a su minimizado hermano. Ella estaba tan absorta en su propio dolor y en el de su hijo Rosario que nunca logró ver la tristeza de Carlos, sin embargo le recompensaba con el lavado de la ropa, la cena servida cuando llegaba de ganarse el salario, ganarse el jornal. María Pérez aún enclenque por el peso del sufrimiento se esforzaba en atenderlo.

EL SALARIO

Carlos nunca supo, además para que le servía, que la palabra salario tomó ese uso ligústico, porque en el comienzo de la historia del pago por servicios prestados de mano de obra se cancelaba con sal. Sodoma y Gomorra, ciudades sacrificadas y sacrilegiadas por poseer como riqueza minas de sal y el arte para hacerla apta para el consumo humano. El Salario que obtenía Carlos por sus servicios de fuerza bruta, de eso si estaba claro por experiencia directa, que era en extremo precario, no salario de pobreza, este vocablo no puede ser aplicado, pues se entiende como la carencia de recursos para satisfacer las necesidades, ¿Cuáles necesidades? ellos no habían tenido la oportunidad de crearlas, vivían satisfaciendo las que la naturaleza les había dado; las innatas. 

Y, como ya se dijo, de la producción del conuco no se vendía nada, así que aprendieron a comer solo lo indispensable para sostenerse vivos, de vez en cuando un turca cazada por la piedra lanzada velozmente con una cauchera, o una ardilla que se alimentaban de naranjas cuyo peso en carne solo es risorio para alimentar a una persona, y hacían que alcanzara para tres; también cazaban palomos salvajes con un pegamento extendido en las ramas de los árboles que visitaban, dos o tres alcanzaban para una buena ración, pero la naturaleza misma de los animales, ellos creían que un hada maligna, hacían que alejaran, la fiesta se armaba en casa cuando en el pegamento caía una guacharaca. 

Tanta es la influencia que un hijo con limitaciones ejerce sobre los padres, cuando son responsables, que prolonga la vida y sus capacidades para ayudarle hasta el fin, casi el fin del minusválido, con María Pérez, la excepción tuvo su presencia. 

María Pérez, poco a poco, a causa de sus dolencias y edad, fue enclaustrándose, solo salía de su cuarto para alimentar a su hijo Rosario. Carlos entendía ese comportamiento, con el alma desgarrada. Sabía que se iba poco a poco, ya sólo se levantaba par asir a su hijo menor. No se acostumbraba ir al médico, aunque, si se consultaba a Don Modesto Casanova, que con sus habilidades en el manejo de las plantas medicinales, le infundía relámpagos de vida, con hierbas cortadas en su propio conuco. Por cinco años, sus músculos y coyunturas atrofiadas por su calma angustia, sólo volvían a tener movilidad temporal, cuando Anselmo Chacón, un sobandero, en esta época se le hubiera llamado terapista, le visitaba por confortarle con algunos masajes.

EMERGENCIA

No podían llevarla al pueblo, ¡eran muy pobres!, el único lugar techado al que tendrían acceso era el hospital las Mercedes, que además poseía una pequeña farmacia de auxilio a la pobreza, y ésta, por la indolencia de los gobiernos de turno y por administraciones indecorosas, iba desapareciendo.
Cronos dijo no más, y el arcano tiempo marcó la hora. Desesperado Carlos, en plena noche y con la tierra vestida de escarcha de neblina, decidió buscar a papá que habitaba, en ese momento, la casa de la finca del Cedro, a tan sólo dos kilómetros.
─Don Waldino, Don Waldino, ─ gritaba Carlos, ahogado por la angustia.
─Don Waldino, levántese, mamá se nos muere.
─Ya voy Carlos. Gritó papá, ─para asegurar que la lluvia, que caía en el techo de zinc, no opacara sus palabras.
─Sotelia levantase y háganos café, y acompáñame a donde María Pérez, que tiene la pelona cerca. ─Pelona: es el signo local usado para la muerte.
─Ya voy Waldino. Se levanto mamá, hizo el café, que ella misma tostó ese día, preparó una vianda, con yuca sobrante del día anterior, cuajada, un poco de boruga, y salieron de la casa. ─Carlos esperó en el sardinel del patio, aterido de frio.
─Buenos días Carlos. Saludo el matrimonio al unisonó.
─Mamá se nos está muriendo. ─dijo Carlos, con voz entrecortada.
─Dios sabe lo que hace. Comento doña Sotelia.
─Carlos que deseas que se haga.
─Llevarla al hospital.
─Así se hará. ─para llegar al hospital había que recorrer, aproximadamente quince kilómetros, por caminos tapados por la maleza que tanto crece en tiempos de lluvia, y por caminos trillados por las recuas, las alpargatas y las botas de caucho, y destruidos por el agua.
─Carlos ve buscar a los Chacones. ─sentenció papá. 

TRASLADO

Los Chacones es una familia numerosa, con muchos hijos varones, prestos siempre al auxilio, y eran los primero avisados por cuanto se disponía, en el acto, varios hombros para cargar. Esta familia vivía cerca de Colón, buscarlos ida y vuelta llevaría unas tres horas. Aparicio, Beltrán, Jorge, Alejandro, Israel, Silvestre, Luis, Juan María, Maximiano, llegaron a casa de la enferma como a las seis de la mañana
─Mientras usted los busca, yo cortaré las varas de palo negro y bejucos de amarra y haré el chinchorro: ─una estructura artesanal, se arma un rectángulo con guadua, con sobrantes a los extremos, donde van los hombros de los cargadores, el rectángulo debe ser acorde al tamaño de la persona, se forra con cañabrava seca, por lo liviana y maleable, o bejucos tejidos, se cubre con tres o cuatro arcos de vara negra, para que sostengan el impermeable hídrico, plástico transparente; como aislante de la cañabrava, se hacia una angonal, fabricado con hojas secas de las matas de guineo, unos cien rollos pequeños de dos centímetros de diámetro, juntados en serie, con una cabuya de fique o bejuco delgado, luego cortados por los extremos acorde al ancho y largo de la estructura de cañabrava donde va el enfermo a trasladar. Tomaba la forma de un colchón. Así también se hacían los colchones en tiempos más lejanos, antes que llegara la gomaespuma. 

LA PREPARACIÓN

Mamá entró, a la lóbrega habitación que lucía la más extrema vestimenta de pobreza, donde estaba María Pérez, el olor nauseabundo a orines almacenados por largo tiempo en una bacinilla de peltre, mezclado con los olores de cuerpos poco acostumbrados al baño diario, hizo que retrocediera para no zaherir a Carlos con su gesto vómico. Sintió que se le habían palidecido los tintes de su nunca encarminado semblante. Hay que estar en un ambiente de pobreza, pensaba mamá para su interior, para entender como ésta consume vertiginosamente toda voluntad de estética externa. En visitas anteriores había notado que no había toallas; cuando se bañaban, dejaban que el sol o el húmedo aire secaran sus cuerpos, de ahí el olor que tenían, característico de los hongos que se desarrollan en las axilas y en la entrepierna; en algunos días de la semana; María Pérez, cuando la enfermedad le daba tregua, ofrecía el servicio de lavado de ropa y lencería, a brazo tendido, pues aún no se habían inventado las máquinas de lavado, cansada llegaba a su casa sin la voluntad para lavar las sábanas que se encargaban de ocultar, en parte, su pobreza extrema.
Mamá reintentó la entrada a la habitación, su cerebro acostumbrado a improperios avatares del diario vivir, ya se había preparado, in simultáneo para soportar los aromas enervantes que expelía los habitantes de la humilde morada. Miró, para retomar fuerzas, hacia el único ojo siniestro de la recamara. Se dio cuenta, que por él, sólo lograría ver la sombría oscuridad de la lluvia. Neblina y más neblina. Esta búsqueda de apoyo para continuar en su inquebrantable decisión de ayudar al que había pedido ayuda logró que callera en profundo y mustio silencio. Calentó agua, en las topias en las que la otrora llama, ausente por días, traía alegría a la casa. Limpió, frotando el cuerpo de la enferma toldado por las escamas del desaseo con una toalla humedecida con agua y jabón de tierra. 


Preparó alimento: cambures y apios cocidos, para los que llevarían a María Pérez al hospital del pueblo por tan agrestes caminos. Rosario comió de las manos de mamá, no entendía lo que ocurría, porque se la llevaban, nadie se hacía cargo de él, no era fácil, aceptar esa responsabilidad era equivalente a cuidarlo como al niño que era, y, que fue criado para tener una madre eterna. A mamá, le pareció, que Rosario estuvo al lado de su madre, por el tiempo en que ella se postró es su deteriorado catre de cañabrava y guadua, la inmundicia de su ropa mostraba copioso sangramiento a la altura de sus rodillas. Estuvo de hinojos, aunque no supiera, por su aislamiento, que el amor de su madre ya había sido impíamente embalsamado. El no entendía, era evidente, aunque se notaba que sus obnubilados ojos transitaban abismos. Simas por donde se conserva por siempre la tristeza y el llanto de hombres, en tiempo transcurrido, que aún continúan siendo niños pálidos, marchitos, melancólicos y frágiles. 

EL RUEGO

María Pérez, musitaba casi inaudible, que no abandonaran a Rosario, después que alguien, no se quien, le hizo la promesa, aceptó sin terror, la inevitable cercanía de la muerte. Se llevó al hospital las Mercedes y descendió dos días después. El velatorio fue en la casa municipal, destinada para tales fines, se compró la mortaja, con el dinero de la colecta a todos los vecinos, ésta siempre la hacían los Chacones, y se enterró en el cementerio, sin urna, sólo se usaba mortaja, en un lugar cualquiera, la dirección se desdibujo de la memoria; pasó al olvido.
Sólo para dejar constancia, registro acá que en otra región cercana a la de la historia, había otra numerosa familia; los Jaímes, emparentada, por matrimonios con los Chacones, que también ayudaban a los que necesitaran traslado en hombros. Nunca cobraron dinero por este vital servicio.

Edgar B.Sánchez B.

DIALOGO ENTRE LLANTOS

DIALOGO ENTRE LLANTOS

Blanca es una joven y agave mujer barinesa-tachirense, con algunos años, muy pocos, más que los míos; que extraño, no sé por qué, siempre es así, se ofenderá si les digo la edad que le acompaña, aunque esa es su belleza; sin embargo, con algunas vueltas de galimatías y dar una vaga idea: yo, quien escribe tenía diez cuando murió Julio Jaramillo “El Ruiseñor de América”. Ella es casada con un tensado en faenas de Vacas, cochinos, siembras, ríos crecidos y sabanas anegadas; de esos hombres que, machete en mano, resuelve cualquier dificultad que la vida ofrezca, ¡y sale airoso!; este caballero, de nombre Waldo, es de los que con su presencia hace sentir seguridad, en particular cuando se viaja por carreteras: de lluvia, árboles caídos y sorpresivos movimientos de tierra; no se detendrá en colaborar y resolver cualquiera sea la novedosa aventura que surja. Él tiene, no es bueno comparar, un cuñado que cuando, por ejemplo, se daña un caucho, en vez de ayudar, inclina el mueble y se queda dormido. Se llama Rafael. 

Blanca actúa al mismo nivel de su esposo, a tal palo le acompaña tal estilla; hacha en mano, nada la amedranta, ambos han sido fundadores y refundadores de fincas; tantos momentos degustaron, en mutua compañía, de paseos por las nubes, corte de árboles, construcción de caminos y bebidas afrodisiacas y espirituosas, no permite que la distancia lo separare; ni siquiera ahora, con su esposo infartado. Dejó, en acto votivo, su gélido paraíso montañoso en el pie de monte merideño-barines, llora por eso, ¡no querrán oírla!, para acompañar a su esposo a una casa rural, en la caliente población de Monay, Trujillo. No protesta, sólo llora, como si, sin leerlo, hiciera alusión a Eugenio Montejo, que en profundad reflexiva nos regaló: “Dura menos un hombre que una vela pero la tierra prefiere su lumbre para seguir el paso de los astros”, así, con esa dignidad, es ella para sí y para su esposo.


A Blanca le gusta cantar las rancheras que dibujan memorias de pesca con anzuelos, bongos y familia. Relata en los encuentros sus historias de vida, cual material etnográfico, digno para la pluma creadora de “Llano en Llamas y Pedro Paramo” Juan Rulfo, el escritor del conversatorio de los muertos, en realismo mágico. Blanca es viviente y fantasma en unitemporalidad; cuando llora, lo hace el fantasma que acompaña a su padre, habitante de las escarchas de mármol y cuando ríe lo hace la viviente que acompañó a su madre “divorciada” de su padre, quien a la puerta de su vivienda mortuoria, escribió el epitafio: “aunque te ame y mis hijos te adoren, me separo de ti para tener derecho a recibir el pan y el vino”, relata y vuelve a relatar hasta el cansancio, con las mismas palabras, que garantizan que así mismo ocurrió. Son sus historias, las vividas en su truncada adolescencia madurada por los agrestes caminos de la vida.

Hace poco, se puede decir, hace unos minutos, pues es su añoranza, en compañía de su hermano Rafael, estimulados con líquidos de uso legal: esos que se compran en todas partes; los oí llorar, y entre llantos y palabras de aliento compartidas e interrumpidas por un mismo compas, separados sólo por silencios de corcheas. Blanca recuerda a su padre. Cuando ella silencia, lloraba Rafael alegando que lo hace por que su hermana le trae tristezas pasadas. Remembran en húmedos recuerdos las antiguas misiones, cuando hombres de túnicas negras, declaraban a sonora voz que las casas de aquellos que no habían cumplido el últimos sacramento, eran antros de herejías, entradas al hades y culpables en eternidad tenebrosa de que las Perséfones siguieran siendo raptadas por el rey de la oscuridad y, con su actitud, contribuían a incrementar el peligro de las futuras primaveras y la salvación de sus hijos, aún niños.


El llanto de los hermanos, tomaba forma de odio y melancolía, protestando a los reyes del poder del espíritu que hicieron que sus progenitores tomaran la decisión de separarse para evitar estar en pecado mortal; El padre se fue de casa, convencido que salvaría con ello a la familia del castigo eterno. Y desde ahí, la penuria, comienza la búsqueda de los hijos, inicia el retorno imaginario que perdura aún después del viaje hacia la convivencia con los fantasmas.
Nunca, nunca más ― decían. Ya no se entendía sus libados susurros―
―La familia no volvió a estar junta en fraterno abrazo de trabajo y divinidad.
Repetian y volvían a decirlo.

— Es verdad, es verdad ― comentaban mecánicamente.
Siempre escuchamos los cuentos Blanca y el bongo, aquellos donde, al compás de un cuatro llanero prestado a otros géneros, adornaba con sus rancheras las aguas del Caparo y el Cantón.
Sentados todos a su alrededor: nietos y sobrinos, sobre todo los que llegaron vía adoptiva por sus nietas casaderas, la animamos para que diera inicio a la narración de sus fábulas que cuentan como el campesino descansaba retorno a casa montados en transportes de tabla, parando acá, parando allá, para comprar el menú de la alucinación que al llegar a casa los comunicará con Morfeo y estar con él hasta el primeros cantos de los gallos e iniciar la faena de nuevo. 


Edgar B. Sánchez B.

miércoles, 7 de noviembre de 2012

CARTA A PAPA

CARTA A PAPA


Hola papá, no sé qué estás haciendo en este momento, pues es imposible enterarme con certeza de lo ocurre a su alrededor. He oído, sólo en rumores, que estás bien en salud y en espíritu, acompañado por quienes siempre le amaron: Mamá, mis hermanos: Ciro, Fortunato y Gonzalo, Antonio y algunos sobrinos que encontraron la forma de adquirir el pasaje para visitarle. 


La empresa mediadora para enviarle esta misiva no es segura y no sé, a ciencia cierta, si en realidad la enviaré, tampoco tengo certeza de que ellos, mis hermanos y sobrinos, estén a su lado; sería bueno para todos los contactara, tal vez por alguna estructura que no conozco, superior a internet estoy seguro y superior a cualquier medio que tengo a mi alcance o puedo imaginar para contribuir en su construcción. Dedico una parte de este parágrafo para sus nombres: Nelvis, Rogelio, Lorena, Alexander, Wilmer, Guadalupe.

Me excuso: no he ido a visitarle por no enfrentar la estruendosa experiencia de la terminal que vende los boletos de viaje; en verdad es un calvario de ruidos, de llantos, de gastos ilimitados y de revendedores de oficio que ofrecen, sin certificado de garantía, todo lo que desee, incluso seguros viales para el retorno, aunque también hay amables luchadores de uniforme blanco o verde. Lo que más me preocupa es que no existe, para adquirirlo de una vez, el pasaje de regreso; por una de esas, papá, podría ser así, que no me agrade y desee regresar nuevamente hacia acá donde he adquirido tantos bienes materiales. Imagino que donde vives hay buena organización, razón por la que, los que han ido no desean regresar. Suposición que fundamento con el efímero e insólido argumento de no conocer a alguien que haya retornado; Será que los prados allá están cultivados por siempreverdes o qué la terminal de retorno está atosigada de viajeros y el transporte es insuficiente, o, será más bien, que hay tanto que hacer y se ha borrado de la memoria los momentos acá compartidos.

Yo, que le conozco y conviví con usted; sé como es, y, donde esté, en la finca adquirida, hacha en mano, cultivará caña, sembrará aguacates, naranjos, café, yuca y tendrá una mula de silla, y junto a su yerno, Luis Alfonso Cárdenas, habrá construido un ingenio para seguir elaborando panela; Si ha aprendido el arte del arado con tractor, busca a Andrés de los Santos, su yerno por parte de Flor María, él puede asesorarle con la siembra de arroz, maíz y ajonjolí. Recuerdo papá, cuando Luis enamoraba a Otilia en el hueco de la parrilla de molienda, y también aquel sonoro y melódico silbido de Pablo Cárdenas que tanto gustó a Custodia, su hija; y aquella camioneta veloz, que desde Morrones-Guanarito surcaba llanos y montañas para pedir la mano de Flor en matrimonio. 

Papá, le cuento que ahora vivo solo; Edgar Alexander, mi hijo amado, animado por las historias de progreso contadas por mí sobre usted, se animó en buscarle y, no sé por qué no se reporta conmigo; si está a su lado, ruego para él, sé que la tiene, la paciencia que brindó para mí, cuando por mi rebeldía decía: hijo, entiendo que lo suyo es estudiar libros impresos en pergamino, y aunque yo no sé leer esos grafos, seguro estoy, sin embargo, que no sobrará desentrañar directamente las montañas; es el mejor de los libros: tantos colores, animales, árboles y sabores; es lo más abierto de todos textos, más fecundo; desde la experiencia contemplativa de su alrededor, complementará lo teórico, dará amplitud y hará, en usted, la comprensión de lo increado más cómoda y extensa; eso que se ha dado a llamar ejemplos de la vida diaria.

Papá, si mi hijo está acompañándole, dile que venga por las tarjetas telefónicas dedicadas a la naturaleza que tanto coleccionó y las guardo con celo para tenerlo presente. 

No sé contar más por el momento, nos veremos pronto, le amo papá. Su hijo


Edgar B. Sánchez B.

CARTA A MAMÁ

Trujillo domingo 06 de mayo 2012

 

CARTA A MAMÁ

Hola mamá he tenido que usar este antiguo recurso de las cartas manuscritas por cuanto se han roto las otras formas de comunicación que siempre hubo entre nosotros, me agrada hacerlo, años que no practicaba caligrafía y siento que el mejor motivo para reiniciar el viejo hábito de escribir a mano, eres tú. Escribirte. 

Eres la persona que vive en mí y que el tiempo no logra borrar. Otra forma sería que yo viajara hacia allá, pero temo que, el hacerlo, sería una excusa para quedarme allí con ustedes, acompañándoles por infinitos días, eso traería como consecuencia abandonar las cosas importantes que he ido obteniendo y que son mi expresa responsabilidad.

Al jubilarme de las actividades que hago acá, iré hacia allá, con mis prestaciones haremos algo de provecho, imagino que podré eliminar parte del peso que llevo a mis espaldas y sólo llevaré lo que es esencia en mí, dependiendo, claro está, si hay espacio disponible donde usted y papá cohabitan actualmente. 

Aprovecho la oportunidad para enviarle un saludo a mi padre y también un abrazo, no sé cómo se redacta un abrazo, por favor, toma uno de los tuyos, de esos que encierra el fervor del cariño y entregáselo, y dile que yo he tratado de escribir, en palabras tenues e incapaces, lo mucho que lo amo.

Mamá si algún día puedes venir a visitarme, que hermoso debe ser si eso fuese posible, trae semillas de todas las plantas florales que tanto te gustan, así mi plantío tendrá un pedacito suyo del cual puedo tomar todo tu amor cuan lo necesite y renacerá de nuevo. Me acuerdo, como si fuera hoy, cuando nos enseñaba a abrir un hueco en el jardín y echarle abono para que las plantas nacieran fuertes y produjeran flores hermosas, flores como tú. Así lo hago y mi casa se viste con ramilletes de variados colores que expresan tus siembras del saber en tierra abonada por ti, de lo que no he sido exitoso es en las relaciones de pareja, son un desastre, no te las cuento para no preocuparte.

Le cuento que he logrado superar algunas etapas y en todas he extendido la invitación, cuando las celebro, para que asistas con papá, sé que no has venido por las múltiples ocupaciones que tienes: las vacas, los pájaros, las gallinas, su forma de ser y pensar que los demás las dejarán morir, también sé que no vienes por no rabiar con papá, a él no le gusta que salgas de casa.

 Lo que he logrado, lo registro por escrito, es continuar con tu enseñanza, levanto a mis hijos a estudiar a las 4 a.m. para que el día sea rendidor, como usted nos educó, estas palabras la has dicho todos los días desde que tengo memoria, de mis hijas sólo una mantuvo la costumbre, pero no es mí a quien ella reconoce la heredad del hábito tan fructífero. 

Quiero que sepas que poco a poco he ido escribiendo la historia de la familia, mi visión claro está, no puede ser de otra forma, sin embargo he tratado en lo posible adobarlas con las sugerencias de mis hermanos, sin su ayuda no tendrían el sabor a leña y de arroz con leche que tiene actualmente. Cuanto me gustaría, mamá, estar cerca suyo para leérselas sentados en el porche o debajo de la clavellina, y tú con su noble saber me ayudaras a recordar eventos que mi memoria borró.

En todo caso, todos los de acá, recordamos sus enseñanzas y deseamos, cuando hayamos cumplido con nuestros compromisos, ir a visitarle para que nos conforte de nuevo con tus abrazos de profunda tierra abonada.  


Atentamente tu hijo Edgar B.Sánchez B.

SUMA EN N (números naturales)

Para realizar sumas con Números Naturales (N) se sigue un algoritmo memorizado sin que se entienda su esencia y enseñado mecánicamente. Si está en su deseo detenerse un poco, sugiero estar atento en que la clave fundamental es: “suma de términos semejantes”.

En un ejemplo como: 3b+4b; 3b es distinto a 4b, por cuanto en una hay 3 de las b; en la otra 4. Sin embargo son semejantes, 3 y 4 numeran las mismas cosas, en este caso b, por lo que se agrupan para representarlos por 7b, usando la estrategia denominada “propiedad distributiva” de los números naturales, es decir, 3xb+4xb=(3+4)xb=7xb (x simboliza la operación producto). En la notación 3b: 3 como numerador, cuenta la cantidad de b que hay, y b es el denominador ya que representa (denomina) lo contado, (pudiera ser b≡bultos; tres bultos=3b). Este principio es el que se utiliza en el algoritmo de la suma de números naturales. Incluso en la suma de fracciones: ¾ entendida como 3x(1/4), hay tres objetos, denotados por 1/4, llamados un cuarto, cuatro da el nombre (denomina) lo contado, de ahí que nos referimos al cuatro de ¾ como denominador y al tres como numerador. 

En la operación 3/7+5/7=3x(1/7)+5x(1/7)= (3+5)x(1/7)=8x(1/7)=8/7 (suma de séptimas de la unidad) 

Retomemos al propósito original, los números naturales. Si se desea saber cual es el representante simplificado de 30+40, entiéndase a 3 y 4 como contadores de cuantos dieces (10) hay, en el primero hay 3, 30=3x10; en la segunda 4. Así que 30+40=3x10+4x10=(3+4)x10=7x10=70. 

De igual forma, hay que tomar en cuenta que el valor del número 3 en 30, es distinto al que tiene en 300 o en 3000000 y distinto a si estuviera sólo, 3. En 30, 3 equivale a 3 decenas (tres veces 10), en 300, 3 equivale a 3 centenas (tres veces 100) y si está solo a tres unidades. Por lo que 3 en 30 no puede ser sumado con 3 en 303 y tampoco con 3, cuando está sólo. Esta ha dodo origen a al valor posicional de un número natural, que da cabida a forma polinómica única para cada numero; 
Ejemplo: 37429= 3x10000+7x1000+4x100+2x10+9 (se entiende mejor si se escribe lo unidad seguida de cero como potencias).
Tomando estas consideraciones; 34+65=(30+4)+(60+5)= (3.10+4)+(6.10+5), el 3 en 34 numera lo mismo que el 6 en 65, ambos son decenas, por lo tanto semejantes, de igual forma el 4 y el 5 numeran unidades y por tanto semejantes, así que al agrupar los semejantes se obtiene 34+65=(30+4)+(60+5)= (3.10+4)+(6.10+5)= (3+6).10+(4+5)=9.10+9=90+9=99.

Para el caso de que la suma de los numeradores supere a diez, como en 9x10+7x10=16x10= (10+6)x10=10x10+6x10 (propiedad distributiva) que es igual a 100+(6x10), una centena y seis desenas, que serán agrupadas con sus semejantes. Ejemplo: 946+789= (9x100+4x10+6)+(7x100+8x10+9), al agrupar semejantes se tiene (9+4)x100+(4+8)10+(6+9), que es lo mismo que (13x100)+(12x10)+(15) (el exceso de paréntesis tiente fines didácticos), en este caso y en los similares se descompone en cada numerador; 15=10+5, por lo que se agrega un desena al contador de las desenas y el 5 es el único en el lugar de las unidades, es decir hay (12+1)x10=13x10=(10+3)x10; una centena más tres decenas, se le agrega uno a trece y se tendremos 14 centenas. Conclusión 14x100+3x10+5=1435.

EL ORDEN DICCIONARIO


SI sólo existiera tres símbolos para expresar las ideas, por ejemplo €, ¥, # y todas las palabras escritas con ellos hicieran alusión a algún concepto, tendríamos que, de acuerdo a la tradición del diccionario, que establecer un orden entre ellas; por ejemplo: €, ¥, #; este acuerdo nos llevaría a que las palabras de una letra estarían ordenadas así: €, ¥, #. Ahora bien, el volumen de los contenidos a comunicar, pronto crearía la necesidad de arreglos de mayor tamaño, y escribirlas con estos únicos símbolos; por lo que es conveniente, un tanto en honor a la gerontogogía (es una broma), establecer previamente el siguiente acuerdo posicional (mostrado con un ejemplo): la palabra €¥#€€¥ tiene a la letra ¥, de primer lugar, la más a la derecha; seguidamente la letra €, de segundo; €, de tercero; #, de cuarto; ¥, de quinto; y €, de sexto lugar. Así sucesivamente, será la numeración para palabras de mayor tamaño. 


Las palabras de dos letras tendrán el siguiente orden: €€, €¥,€#, ¥€,¥¥,¥#, #€,#¥, ##. Para lograrlo, se inicia el proceso escogiendo a €, por ser la primera, para el segundo lugar, luego, ocupado ya el segundo; se continua, respetando el acuerdo, a llenar el primer lugar; ubicados, se inicia con €, y así, hasta agotarlos; por lo que aparece €€, luego €¥ y seguidamente €#; nótese que se agotaron las palabras con € de segundo, esto invita a cambiarla por la siguiente; corresponde, según el orden a ¥; de último por #. Las tres últimas palabras de dos letras serán: #€,#¥,##. Haciendo un pequeño resumen, la primera palabra de dos letras es €€ y la última es ##, por ser € la primera y # la última, en el acuerdo. 

Agotadas las palabras de dos letras, la necesidad impone la panorámica para las de tres y es “evidente” que empezará con €€€ y terminará con ###. Si se detiene un poco en el parágrafo anterior, se podrá entender que las palabras tendrán el siguiente orden: €€€, €€¥,€€#, €¥€, €¥¥, €¥#, €#€, €#¥, €##, Y€€, ¥€¥,¥€#, ¥¥€, ¥¥¥, ¥¥#, ¥#€, ¥#¥, ¥##, #€€, #€¥, #€#, #¥€, #¥¥, #¥#, ##€, ##¥, ###. Como hay tres espacios: _ _ _ y tres posibilidades para llenarlos: €, ¥, #; por ley del producto hay 3x3x3=27 palabras de tres letras; y 3x3x3x3=81 palabras de cuatro letras, y así sucesivamente. Este método de conteo no de deja espacio par la falsación de Poper. 

Traslademos esto al sistema octal (ocho dígitos), siguiendo el orden imperativo 0, 1,2,3,4,5,6,7; aceptando que las palabras mayores de un dígito no pueden iniciar por cero tendremos lo siguiente: Empezaríamos con 10: primera letra para el segundo lugar y primera para el primer lugar. Se cambia el primer lugar, por los sucesivos, hasta agotar la existencia: 10, 11, 12,13, 14, 15, 16, 17; agotados para el primer lugar, modificamos el segundo; por el que sigue la letra 2, y se inicia de nuevo, así que aparece la palabra 20 después de 19 (¡no es veinte!. Ese nombre es exclusivo para el sistema decimal y acá es octal) ; esta secuencia continua hasta agotar todas las posibilidades de dos letras, por lo que el último es 99. Y nuevamente se establece la necesidad de incorporar una nueva posición; y como se acordó no iniciar las palabras con 0, entonces la primera de tres dígitos es 100 y se continúa la sustitución de derecha a izquierda hasta agotarlos. El último será 777, para abrir paso a la primera de cuatro letras 1000. Acuérdese, ¡no es mil! 

Esta dinámica ayuda a construir un relación, llamada “Relación de Orden”, en la que (a,b)<(c,d) si y sólo si a
Al seguir con cuidado el orden diccionario para el sistema decimal formado por las letras 0,1,2,3,4,5,6,7,8,9; entendemos por que después de la palabra un 19 está 20 y de la palabra 45 está 46. Considerados estos como Números naturales N (N negrita) adquirirán los nombres con los que lo conocemos. No es cierto, la expresión peyorativa de que muchos humanos conocen menos de doscientas palabras, pues si sabe contar hasta mil ya las superó.


Hay varios sistemas: en binario los signos son: 0,1; un ejemplo en orden es: 100,101, 110, 111; en hexadecimal, los códigos son: 0,1,2,3,4,5,6,7,8,9,A,B,C,D,E,F; un ejemplo en orden es: 19, 1A, 1B, 1C, 1D, 1E, 1F, 20, 21, ..........2F, 30, 31,32.........,FF, 100.