domingo, 5 de mayo de 2013


VITÚ

Vitú es un topónimo asignado a un lugar trujillano-venezolano hacia donde concurren en encuentro fraterno los árboles de hermosas frondas y las densa nubes, visitantes de atardeceres, que se hacen seguir de aire frio, incitador de angélicos pensamientos de amor cóncavo y convexo. Ruta obligada para visitar, desde Pampan: Santana, Bolivia, San Rafael, San Miguel, Boconó y Niquitao. A este lugar de encanto, acostumbran ir: Edgar, Luis y Marcos. Este trio Aprovechan los días de descanso para disfrutar del encantado lugar, acompañados de espirituosos líquidos extraídos de las pencas de las agaves, que acostumbran consumir acompañados de jugo de naranja; su punto de encuentro, es la casa de Jesús.

Un viernes, como cualquiera de tantos, en los que suelen visitar el lugar, cansados de la jornada de esfuerzo intelectual, pues Edgar y Luis, son ambos matemáticos trabajan en una universidad de la región, recibieron la hermosa sorpresa que Jesús estaba acompañado de una dama, madre de dos adolescentes que le acompañaban.

La dama poseía en su anatomía natural, las características que hacen imposibles desviar la visión hacia otro lugar que no sea el que permita disfrutar su rítmico caminar. Ella Impactó. En especial el firme y abultado derrier, su cabellera amarilla, ojos verdes: grandes y expresivos y labios carminados como brotes de rosas cuidadas por el más experto jardinero.

Empesó el ataque: Luis con sus acostumbrados arreglos de palabras que hacen reír en abundancia; impactó de desde el inicio, en especial a ella, que lo expresaba con amplias sonrisas que hacían que sus labios brotara el encanto incitador; Edgar declamaba poemas, madurados en tantos trajines, para endulzar, creía él, el oído de tan hermosa fémina. El tiempo no transcurría, se detuvo como por magia divina para dar espacio a los pretendientes para el desarrollo de sus estrategias de conquista. La dama demostraba, con algunas atenciones que disfrutaba el cortejo de los galanes. Los dos galanes habían llevado algunos presentes para consumir a los que Marcos no hizo ningún aporte económico.

Momento cumbre. Salió uno de sus hijos, el varón, con un crucigrama en mano, de esos que Luis ha llenado toda su vida y es experto. Me vino como anillo al dedo, pensó Luis, en el momento preciso, ahora deslumbraré con mi sabiduría al adolescente y a través de él, el corazón de la dama. Edgar se acongojó un poco, sin embargo se quedó en lugar dispuesto a dar la pelea. A cada pregunta del crucigrama, Luis contestaba con certeza y Edgar aprovechaba para descomponer etimológicamente las palabras, el pareo durante seis ejemplares, el tiempo total, dos horas; parejo para ambos pretendientes. La dama, en agradecimiento, preparó los presentes alimenticios que todos degustaron con delirio. Estaban dispuestos a continuar en la exhibición de sabiduría, el adolescente dio, por cansancio, terminada la sesión. Marcos no apareció por ningún lado, estaba oculto, en las sombras, de la jornada del saber, para Luis y Edgar, y disculpen la expresión coloquial, Marcos es tan áspero, sólo comparable con un sapo en un acuario.

Ella entretenida por la calidad del encuentro, organizó una habitación para que Edgar y Luis pasarar allí la noche. Nosotros anonadados por el angelical “perfume de mujer” manifestamos con gestualidad de conformidad; ésto nos permitiría continuar, el día siguiente, con el encantamiento. Además de la posibilidad de una noche entre perfumes expelidos por el cuerpo de ella y uno, sólo uno, y de nadie más. 

Comenzó la jornada musical, ella tocó el cencerro; Jesús, el bongó, Luis, el cuatro; el adolescente, la charrasca; Luis y Jesús alternaban con boleros de antaño, que ella degustaba, pues vivió con ellos, desde niña, con su padre músico percusionista de orquestas venezolanas. Luis con la mirada expresaba que sus cantos estaban dedicados a ella. Edgar sintió que se la agotaron los recursos, aunque para minimizar, lo avanzado por Luis, declamaba uno que otro poema que nadie oía. Marcos, ausente, no daba vestigios de vida. Se interpretaron canciones de: Roberto Carlos, Joan Manuel Serrat, Los pancho, Tres ases, Cheo Feliciano, José Feliciano, Edgar, en algún ínterin producto del cansancio, cantaba las de Simón Díaz: Caballo viejo, Aquel, Mercedes; aunque son letras referidas al amor y pasión, no calaba en la conciencia de ella.

Entró Marcos, y sin haber compartido nada, pidió que los músicos lo acompañaran en una declamación, de su originalidad. ¡que arreglo más feo! todo desarmonizado. y no, eso creía Luis y Edgar, estaba cónsono con la musicalidad que se estaba llevando a cabo, _ “en el calentamiento de esta cocina y el sancocho que se cuece en esa vasija, expreso amigo Jesús que estoy enamorado de su hija_, sorpresa, sorpresa, la dama le ofertó una abrazo de tal magnitud, que si hubiese sido para alguno de los cortejantes, su liquido dador de vida hubiese mojado los pantalones.

Luis se paró en el acto y, con disimulando, se despidió; alegando que ya era tarde y que sus hijos lo esperaban en Trujillo, Edgar, sin querer, acompañó a Luis en la decisión.

Ambos tomaron la carretera, pues estaban a una hora y media de viaje. Para colmo de males, el carro se accidentó y hubo que dormir en la carretera.

Edgar B. Sánchez B.

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