MAESTRO CHIROLO Y DISCÍPULOS
El maestro Chirolo, pide amablemente, más bien en tono
jocoso, que sus alumnos se agrupen en círculo en el que él será el centro. Toma
una pelota de goma, la que usaba en su infancia para animar las griterías en la
calle principal de su vecindario en la que se marcaban las bases de una
improvisada cancha de béisbol y los bates eram los brazos del lanzador
con sus dedos cerrados en forma de puño.
Allí, junto a Chirolo, estaba Andrés Eloy Blanco
indicando que “junto a los hijos de la casa se tiene al hijo de la casa y al de
la calle entera, se tiene al que cabalga en el cuadril de la mendiga y al del
coche que empuja la institutriz inglesa y al niño gringo que carga la criolla y
al niño blanco que carga la negra y al niño indio que carga la india y al niño
negro que carga la tierra.” y los hijos de las que vienen a las casas a hacer
la limpieza.
Chirolo usa su desgastada pelota de goma para indicar a sus
alumnos los tempos musicales: ta, ta, ta, ta-----tata, tata, tata,
tata-------ta, ta, ta, tata, señala cada uno de los tempos con la velocidad y
altura que imprime. Se nota que, al hacerlo, Chirolo viaja a su adorada
infancia y nosotros, sus alumnos de música, lo acompañamos en ese viaje maravilloso por los
aposentos quijotezco de molinos de viento aferrados con firmeza en su memoria de músico, y, notamos que, sigue siendo un niño al que le toco
cumplir sesenta años.
Chirolo es un titiritero, fabrica decorativos muñecos
tensados por cuerdas, los hace hablar y bailar, para que los niños aprendan
las tablas de multiplicar al son de una animación que él ha diseñado con gracia y don de ventrílocuo.
Es hermosa la obra teatral escrita por él en cada una de sus fases en la que imita el trinar de los
pájaros que circundan su casa en las inmediaciones del río Castán, en San
Jacinto, Trujillo, Venezuela, su pueblo natal.
Chirolo es de verdad un maestro y los que hemos tenido la
fortuna de ser sus alumnos, yo lo he sido desde los sesenta y dos años, no
hemos transformado en sus discípulos. Sentado frente a nosotros, cuatro en
mano, instrumento musical declarado monumento nacional de Venezuela en el año
2013, nos hace repetir las diversas figuras para lograr que las melodías suenen
al ritmo de vals, al ritmo de merengue, al de la gaita todas con obras
musicales de Pablo Camacaro y una que otra de su propia cosecha.
Indico que nos transformamos en sus discípulos por cuanto
modelamos su estilo de enseñar y de ejecutar el instrumento, incluso quisiéramos
adoptar su inseparable alegría. Cuando alguno de nosotros escucha a otro de sus
alumnos ejecutando alguna canción, cuatro en mano, sentimos que en ella está la
presencia de Chirolo.
La repetición como estrategia de enseñanza no sólo la aplica
para los movimientos rítmicos y para transmitir la armonía que acompaña las
obras, también lo hace para que sus alumnos logren trasladas los arreglos a
cualquier tonalidad en el pentagrama musical. 2-5-1, 6-2-5-1, 1-4-5-1, son
secuencias que acostumbra pronunciar en sus clases de armonía.
Dicen que el nombre de pila bautismal de Chirolo es Luis
Orlando, pocos saben que es el sonido por el que lo llamaban los primarias días
de su vida. Cuando comenzó hablar indicaba a sus amigos cercanos que su nombre
era Chirolo y así lo llamamos con el sumo respeto que él y su obre merece.
Dr. Edgar B. Sánchez B.