ROCORDANDO MI NIÑES
Hoy miércoles 10 de febrero de 2022, mi memoria tuvo un
placentero retroceso. Uno de mis estudiantes, José Miguel, solicitó reunión de
estudio para el inicio de la madrugada, mucho antes de que el alba se asome en
el horizonte. Recordé a mamá llamándonos a las necesarias horas de estudio
desde las cuatro a.m.
Aunque el hábito no se me ha quitado, no es común que sea
para estudiar con una persona joven a tantas leguas de distancia. El frio hizo
que el regalo de papá, la ruana carpeta de dos colores, cubriera mis hombros;
sin embargo, aunque el frio estaba en su máximo esplendor tropical, no es
comparable con el ambiente gélido en el que vive mi solidario estudiante: North York, Ontario, Canadá, con una hora menos en su uso horario y con temperatura
por debajo de cero.
Sonó el teléfono, se abrió la plataforma de pizarras virtuales
y se inició la actividad de estudio.
Sentí a mamá hacer el café, llamó a los sobrinos que vivían
en casa, a mis otros hermanos y Consuelo se acostaba de nuevo. Mamá nos sirvió tinto
sabor y se ungió de angelical espíritu para iniciar su acostumbrada advocación
mariana en la que solicitaba, de hinojos, bienestar y templanza para sus hijos,
nueras, yernos y nietos.
La actividad fue exitosa, es lo natural, a esa hora, el
cerebro descansado es capaz de actuar a su máxima capacidad. Saludo amigo
venezolano- canadiense.
Dr. Edgar B. Sánchez B.
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