miércoles, 27 de septiembre de 2017

ENRIQUE HIDALGO

ENRIQUE HIDALGO



Hay quienes usan el color para transmitir lo que capturan, lo que sienten, la música es fiel representante de esos ejemplos.
La música no establece fronteras, pretende ser y lo es, el lenguaje universal. El cosmos.
Los poetas y los músicos son personajes sensibles a las metáforas, a la belleza que estas encierran, sin ellas, sería imposible plasmar una idea en tan solo tres minutos, en los que los silencios dicen mucho. Hay que oírlos, Silencios que vivifican.
Transforman los conceptos en signos y estos en símbolos, los símbolos en sentimientos. Los más comunes son: el cisne, el agua, el aire, el fuego, la tierra, el quinto elemento, las frutas y su dulzor, los jardines, las aves, el amor, el volar. Metáforas que comprometen a significar ideas que trascienden lo real y lo imaginario.
Enrique Hidalgo, que nació en la inmediaciones la población del Tigre, Anzoátegui, es uno de esos poetas maestros del simbolismo mágico. En la música fue eso, un creador de ventanas conductoras al maravilloso mundo de los sonidos.
Como ejemplo de su viaje por la noosfera traemos a colación su obra “presagio”, En la que la metáfora “el ave que ayer voló” signa la despedida, la disconformidad, el lamento, la pérdida del amor, en lucha perenne para que no se pierda el amor, ni el azúcar de mi café, ni la salida del mismo sol. El epónimo de esta composición musical es Gualberto Ibarreto.
Dice Enrique Hidalgo en uno de sus poemas:
“Grandioso el acto de amar: ir más allá del querer;
Es honrar y agradecer, compartir y respetar.
Quitémonos ese peso del martillo y de la hoz; y al llamado de esa Voz aceptar con fe encendida, que es bueno para la vida conectarse con Dios.

Dr Edgar B. Sánchez B.

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