VIVIÓ A MI LADO EN EL SUEÑO DE UN SUEÑO
Yo en cambio no pinto. Cuanto quisiera manos sutiles para conocer el lienzo, colores de arco iris en arrebol y plumajes de mariposa para así dibujar la belleza de quien es ca
paz de sostener mi concentración en ella, sobre todo, plasmar en lienzo la unicidad y profundidad de lo que siento.
En mis delirios, en mis sueños, no deseo salir; pues en ellos vivo eternidades de felicidad; al despertar me entero que sólo la acompañe por sólo minutos, tal vez menos. Diez años de alegría, que no fueron diez años, sino sólo una raya del marcador del tiempo, relojes blandos, que se derriten en las manos de Salvador Dalí.
Una vez en estasis de convivencia, desee dormir en el sueño, y en esa nueva profundidad la encontré, me acompañó por siempre y ahora era ella la que no se alejaba aunque le rogara que me dejara escribir; que es, sin lugar a dudas la amante que tengo cuando no estoy dormido. En ese sueño del sueño, ella nunca tiene sueño, dedica para mí todos los momentos, los que acepto sintiéndome inmortal. Sin embargo allí, junto a ella, presientí; en ese estasis también hay miedo a despertar, le pedí que buscáramos refugio para dormir; ella no sabía que yo estaba dormido en un sueño de un sueño, sin embargo acepto; hicimos el amor, y nos quedamos dormidos y comencé a soñar, me hice viejo y ella no cambiaba, siempre hermosa; cuido de mí y morí; baje a las profundidades a las que siempre temí, en los cincuenta años del sueño. Volví a la realidad. Ella no está conmigo.
En mis delirios, en mis sueños, no deseo salir; pues en ellos vivo eternidades de felicidad; al despertar me entero que sólo la acompañe por sólo minutos, tal vez menos. Diez años de alegría, que no fueron diez años, sino sólo una raya del marcador del tiempo, relojes blandos, que se derriten en las manos de Salvador Dalí.
Una vez en estasis de convivencia, desee dormir en el sueño, y en esa nueva profundidad la encontré, me acompañó por siempre y ahora era ella la que no se alejaba aunque le rogara que me dejara escribir; que es, sin lugar a dudas la amante que tengo cuando no estoy dormido. En ese sueño del sueño, ella nunca tiene sueño, dedica para mí todos los momentos, los que acepto sintiéndome inmortal. Sin embargo allí, junto a ella, presientí; en ese estasis también hay miedo a despertar, le pedí que buscáramos refugio para dormir; ella no sabía que yo estaba dormido en un sueño de un sueño, sin embargo acepto; hicimos el amor, y nos quedamos dormidos y comencé a soñar, me hice viejo y ella no cambiaba, siempre hermosa; cuido de mí y morí; baje a las profundidades a las que siempre temí, en los cincuenta años del sueño. Volví a la realidad. Ella no está conmigo.
Dr. Edgar B. Sánchez B.
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