EL ROBO
Cuando el silbato sonó, mi
hermana corrió presurosa. Al fondo su
amado le esperaba con sus brazos abiertos y una alforja que cargar, allí
llevaba los preparativos que los alimentaría la primera semana de intenso amor.
Ella radiante de juventud, él enérgico con brazos tallados por las faenas del
campo. La montaña en la que vivirían es un mirador, las luces del pueblo lejano
llegan exiguas.
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