martes, 8 de marzo de 2016

EL ROBO 

Cuando el silbato sonó, mi hermana corrió presurosa.  Al fondo su amado le esperaba con sus brazos abiertos y una alforja que cargar, allí llevaba los preparativos que los alimentaría la primera semana de intenso amor. Ella radiante de juventud, él enérgico con brazos tallados por las faenas del campo. La montaña en la que vivirían es un mirador, las luces del pueblo lejano llegan exiguas. 

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