MADRE ANGUSTIADA
Montada sobre la mula, una noche tenebrosa, de torrenciales lluvias, en novilunio, mi madre Sotelia Briceño, recorrió los
cangilones saturados de barro y ciénega, buscaba las luces, que a los lejos, indicaban
el fin de la jornada, el pueblo, el hospital, allí encontraría un el médico, eso creyó;
su hija Consuelo, de tres años de edad moría acosada por la poliomielitis; cuatro largos kilómetros de agreste caminos separaba la oscuridad de su casa campesina, la gran casona de la finca San Isidro y el hospital Las Mercedes de su alejado Colón de las Palmeras, como fiel
amigo, cual centinela , caminaba Miguel, cargado de agua hasta su cintura y aterido de frío. Consuelo, luego del ataque de epilepsia y paralisis en medio cuerpo sólo lograba decir: mamá, mamá, a lo que su madre le contestaba aquí estoy hija, te llevo en mis brazos, estas acompañada, no temas, y la niña volvía a caer en su desmayo.
Edgar B. Sánchez B.
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