REFLEXIONES DE EDAD
Cuando se cumple 61 años, sin
que se planifique, vienen hacia la interioridad, deseos de plasmar por escrito,
reflexiones que pudiese ayudar, a los de menos, bastante menos edad; tal vez
para evitarles rutas de desaciertos, que por demás, son recorridos de
aprendizaje, pero que si son narrados desde la experiencia, evitará a los
transeúntes tropiezos que marcan, con
lágrimas y sinsabores el vivir, el transitar por este mundo de luz y búsquedas.
1.- Lo primero que viene a
mi reflexionar como sugerencia en el vivir,
es precisamente eso, invitar a la reflexión profunda y continua sobre lo
actuado y sobre todo en lo no actuado pues esto último deja heridas que de no
ser curadas se convierten en llagas que enlutan el recuerdo y lo llenan de
nostalgias, por lo que es menester personal cumplir las metas propuestas y, si
es posible, las ancestrales, las de familia, no hay que dejar nada a medio
camino, a medio hacer, un pasado no resuelto es una hecatombe que pulula sin
cesar, un presente palpitante.
2.- Lo segundo que
deseo plasmar en esta reflexión de cumpleaños, es el amor aplicado, el amor
real, el amor sin paciones, el amor que desde el saber ancestral ayuda,
comparte y enseña, nace como sugerencia desde lo moral, y por qué no decirlo,
desde lo ético, desde lo reflexionado, para aceptarlo como pauta, como guía,
como batuta, pues la sociedad en la que nací, campesino de montañas andinas
tachirenses, inculcaba el amor expresado en la mano vuelta, en el convite, en
la cayapa, todos cuidábamos todo y todo era de todos; en pocas palabras en el
amor aplicado a la otredad, en el todo compartir, en el dar y en el asentar en
la juventud valores perdurables como rocas aceradas y fotográficas de lo que
somos. Otrora, lo escribo para los muy jóvenes, la sociedad compartía el sentimiento de Adres Eloy Blanco:
“cuando se tiene un hijo, no solo se tiene el de la casa sino el de la calle
entera”. Se vivía con respeto a lo ajeno y se compartía. Las comunidades se regían
por lo escrito en la carta encíclica
del sumo pontífice Benedicto XVI, Caritas In veritate, sobre el desarrollo humano integral en la
caridad y en la verdad “Todos
los hombres perciben el impulso interior de amar de manera auténtica; amor y
verdad nunca los abandonan completamente…. la caridad en la verdad se
convierte en el Rostro de su Persona, en una vocación a amar a nuestros hermanos
en la verdad de su proyecto” el amor se dejaba actuar y los hijos de los hijos
aprendían de los abuelos suyos y de los otros.
3.- Numeral 67 CARTA ENCÍCLICA LAUDATO SI’ DEL
SANTO ADRE
FRANCISCO SOBRE EL CUIDADO DE
LA CASA COMÚN La tierra nos precede y nos ha sido
dada. Esto permite responder a una acusación lanzada al pensamiento
judío-cristiano: se ha dicho que, desde el relato del Génesis 21 que invita a «
dominar » la tierra (cf. Gn 1,28), se favorecería la explotación salvaje de la naturaleza
presentando una imagen del ser humano como dominante y destructivo. Esta no es una
correcta interpretación de la Biblia como la entiende la Iglesia. Si es verdad
que algunas veces los cristianos hemos interpretado incorrectamente las
Escrituras, hoy debemos rechazar con fuerza que, del hecho de ser creados a
imagen de Dios y del mandato de dominar la tierra, se deduzca un dominio
absoluto sobre las demás criaturas. Es importante leer los textos bíblicos en su
contexto, con una hermenéutica adecuada, y recordar que nos invitan a «labrar y
cuidar» el jardín del mundo (cf. Gn 2,15). Mientras «labrar» significa
cultivar, arar o trabajar, «cuidar» significa proteger, custodiar, preservar,
guardar, vigilar. Esto implica una relación de reciprocidad responsable entre
el ser humano y la naturaleza. Cada comunidad puede tomar de la bondad de la
tierra lo que necesita para su supervivencia, pero también tiene el deber de
protegerla y de garantizar la continuidad de su fertilidad para las
generaciones futuras. Porque, en definitiva, «la tierra es del Señor » (Sal
24,1), a él pertenece « la tierra y cuanto hay en ella » (Dt 10,14). Por eso,
Dios niega toda pretensión de propiedad absoluta: « La tierra no puede venderse
a perpetuidad, porque la tierra es mía, y vosotros sois forasteros y huéspedes
en mi tierra
4.- Nadar, bailar,
leer, practicar un de porte, ejecutar un instrumento, reír de todo lo posible. El término música proviene del griego mousike,
que significa «arte de las musas». Como toda manifestación artística, es un
producto cultural. Su objetivo es suscitar una experiencia estética en el
oyente, así como expresar sentimientos, circunstancias, pensamientos o ideas.
Se trata de un estímulo que afecta de manera total el campo perceptivo del
individuo; así, el flujo sonoro puede cumplir variadas funciones, ya sean de
entretenimiento, comunicación, ambientación, entre otros.
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