martes, 8 de marzo de 2016

SUEÑO DE QUESO


Sentada frente a la olla, dormía;  sus manos, no; ellas exprimían el. Una a una, cada bola de queso, se coleccionaba en la alforja lateral; las manos iban y venían sin despertarla, tenían conciencia de la hermosura de la soñolienta; se despertaba cuando dejaba de sentir los grumos de la vaca. Iba a la piedra ahuecada y dormía de nuevo,  allí molía con otra piedra el preciado alimento; dormida aún, trillaba las musáceas (guineos) para crear, crear amasijo para sus hijos. 

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